La protesta de Canaan

En jornada de navegación, en sendas y ligeras canoas,  durante dos días con sus noches unos moradores remotos, olvidados, marginados,  de la floresta del Perú arribaron a la ciudad de Pucallpa. El motivo de la visita fluvial no era para bromas. Era para tomar las instalaciones de una empresa petrolera. El viejo recurso era para llamar la atención de las autoridades regionales, del actual gobierno, del Estado nacional, para que les ayuden a evitar la contaminación de su territorio, con sus bosques y sus ríos y quebradas, flagelo que sufren desde hace varios años. En la acción de fuerza hay la desesperación del peruano o peruana que tradicionalmente no fue escuchado (da). Los protestantes vienen de muy lejos, del extremo de la vasta y escarpada región Loreto.

La palabra Canaan se encuentra enla Bibliay es un lugar lejano vinculado al estreno del primer cristianismo, el que surgió de la prédica de Jesús. En el presente, la misma palabra designa a un lugar remoto, ignorado, donde moran súbditos de la antiquísima nación Shipiba. Desde esa Canaan moderna navegaron los oriundos hasta la tierra colorada. Es decir, los más excluidos de la historia regional y nacional, han  tenido que dejar la aldea oriunda,  navegar sin  tregua y ejecutar la medida de fuerza para hacer sentir su presencia y su protesta.

La perdida aldea de Canaan, desde el testimonio de parte de los que tomaron las citadas instalaciones petroleras, desde la propia vivencia cotidiana, corre el riesgo de convertirse en un páramo o en uno de esos lugares de desolación y huida, como tantas veces ocurrió a través de los siglos. El petróleo amazónico sigue mostrando la otra cara de la luna, lejos ya de la euforia, de la ilusión que despertó hace décadas. La protesta de Canaan se suma a las otras protestas que están en la quemante agenda local y nacional. Hay que escuchar las razones de esos compatriotas lejanos.