La pasión turca. El legado judío (6) 

Por Miguel DONAYRE PINEDO

Siempre que puedo en los viajes sigo la huella judía. Visito las aljamas, esas callejuelas estrechas y con aire de austeridad me levantan el ánimo. No es ostentoso, por el contrario, hay modestia. Vida asceta. No es relumbrante, es cálido y sin zarandajas. He pisado las aljamas de Girona, Venecia, Tarazona, Segovia, Plasencia entre otros. Hay un no sé qué que me atrae. Puede ser la vida de Baruch Spinoza u otros tantos como él. Por estos días me estoy pensando echar un diente a Maimónides, un judío sefardita, que escribió el famoso texto, “Guía para perplejos”. Esa huella sefardita de los judíos ha llegado a la Amazonía, hay un vídeo muy ilustrador en el que ha colaborado Samuel Weissemberger y quién gentilmente me ofreció en Iquitos. Sí, llegaron de Fez, Casablanca o Tánger emigraron a la floresta por el caucho. Eran familias judías como los padres de Spinoza que fueron expulsados de España y Portugal. En el imaginario judío de la península el período de su paso por ésta la evocan con gran alegría. Se vivieron altas cotas de convivencia. Sefarad. Una de esas ramas del árbol común fue a Estambul. Sí, fueron muy influyentes en la vida social turca y se ganaron su propio espacio. En Estambul fuimos al museo judío que está cerca de la torre de Galata. Mientras mirábamos fotos y otros recuerdos, la música de fondo era cantada en sefardita, era volar en los recuerdos. En la historia. Erich Auerbach, quien publicó Mímesis, era judío y vivió en Estambul. La huellas de ellos son como las mías, de perpetuo peregrinaje.