El adelanto de las elecciones del 2016 es una consigna última de un grupo de votantes peruanos. Para ello, hombres y mujeres de toda condición y oficio, realizan ruidosas marchas, ejecutan tomas de locales y edificios y algunos de ellos se crucifican o se sepultan en improvisadas fosas que ellos mismos cavan.  El motivo de semejante motín es el inesperado ofrecimiento del señor Alejandro Toledo de dar un servicio gratuito de Internet a toda persona que poblara el territorio incaico. La importante oferta ha calado hondo en las personas de buena voluntad que quieren contar con ese servicio que supuestamente les hace más modernos. Por ello quieren que se adelanten las elecciones para que el señor Toledo asuma la presidencia en el acto y disponga el uso indiscriminado de ese servicio.

El señor Alejandro Toledo, al constatar la pegada que tiene su ofrecimiento, anda buscando ahora una lista de cosas que pueden convertirse en gratuitas para ganar algunos votos más. Todavía no figura en las encuestas presidenciales y cree que puede ganar algunos puntos si consigue el apoyo del respetable votante. El votante, por su parte, presiona para que el señor Toledo prometa convertir en gratuitas los servicios  de agua, de luz, de teléfono. Además, suplica que bajen de precio los alimentos. Un contingente de hombres vigorosos a la hora de empinar el codo a puesto su grano de arena al sugerir que la cerveza también sea gratis.

El señor Toledo, ante esta última sugerencia, se ha callado en todos los idiomas, no niega  ni confirma nada y suele emborracharse en lugares públicos, diciendo a todo aquel que quiera oírle que no quiere afectar los intereses de los productores y distribuidores de tan importante producto. ¿Cómo entender a semejante candidato que puede prometer convertir en gratuita una cosa y  no hacer nada para beneficiar a una mayoría de consumidores?