Por: Gerald Rodríguez. N
En 1904 Kafka escribió a su amigo Oskar Pollak: “En general, creo que solo debemos leer libros que muerdan y arañen. Un libro debe ser el hacha que quiebre el mar helado dentro de nosotros…”. Literatura, y cualquier arte, no tiene ideología, y si es que el artista pretende o conscientemente lo incluye, entonces el arte deja de ser arte y se convierte en cualquier cosa análoga al panfleto o a la apología. Que un arte tenga conciencia de clase, eso es una direccionalidad de su naturaleza, su lógica artística y parte de su temperamento, que un arte alabe un sistema, o justifique una idea, y lo alabe y lo dignifique, pese a que esas ideas causaron daño a la sociedad en un momento, restringiendo cualquier libertad, eso es apología. “La literatura –dice Gabo-se hace para entretener a los lectores”, no es un instrumento de alabanzas de ideas obtusas, y pese a que era amigo de Fidel Castro y de cualquier grupo libertario que buscaba despojar a la sociedad de la crueldad el sistema, Gabo nunca utilizó su arte para dichas alabanzas. Que el artista tenga conciencia de clase, no hace de su arte un arte ideológico, creo que eso es un punto de la que cualquier escritor puede inclusive no depender, y eso tampoco hace de su obra un arte irresponsable. El libro que es el hacha que quiebre el mar helado dentro de nosotros, nunca se escribieron con la intención de contaminarla de ideología. La ideóloga se aprende en organismos oscuros y cerrados a la opinión ajena, la literatura se hace en único acto de plena libertad, cuestionando todo, inclusive esas cosas que las ideologías nunca cuestionan y que más bien alaban.
Cuando uno comenta, admira y elogia la obra de arte, porque tiene un nivel alto de conocimiento y verdad, no elogia al artista, y su ideología y su forma de pensar y sus gustos, sino que admira la obra, aquel ente separado del artista, aquella pieza fuera de los gustos del artista y de su ideología. Siendo yo de una ideología diferente, ¿no puedo alabar una obra hecha por un artista diferente a mis gustos ideológicos? Tengo amigos que dicen ser de Izquierda, pero gustan de la obra de Jorge Luis Borges y Mario Vargas Llosa. Yo no sé qué hace la burguesía europea en un teatro viendo las obras de Bertold Brecht, pese a que todas las obras de Brecht están absolutamente ligadas a razones políticas e históricas y tienen un sobresaliente desarrollo estético. En realidad, en Brecht se encuentran siempre unidos el fondo y la forma, la estética y los ideales. Brecht desarrolló una nueva forma de teatro que se presta a representar la realidad de los tiempos modernos, y se encargó de llevar a escena todas las fuerzas que condicionan la vida humana. Entonces, pienso de en lo que leí alguna vez en Martin Heidegger: “¿Adónde pertenece una obra de arte? La obra de arte, como tal, únicamente pertenece al reino que se abre por medio de ella. Pues el ser-obra de la obra existe y sólo en esa apertura”. Pero no se cuestiona la ideología del artista y la obra separada de ella, sino que se critica duramente a esos “artistas”, que ponen sus ideologías, no su conciencia de clase, o las leyes de la dialéctica, en la obra, siendo puro panfleto y apología, burda, vulgar, sin creatividad, sin estética, sin nada de qué admirar, aduciendo que es literatura del pueblo, para el pueblo, como si el pueblo no tendría derecho a gustar de hermosas piezas de arte, y como si estarían condenados a leer los libros mal escritos, la pintura más burda, el arte más desastroso, como si solo mereciesen la mediocridad a través de obras mediocres. Y eso es algo que los artistas serios deben salvar, no permitir que la mediocridad llegue a las escuelas con sus talleres y sus conferencias con “artistas” que nunca hicieron nada por el arte, y que si escribieron algo, fueron obras mediocres, indignas de un pueblo que debe desarrollar su nivel cultural de la forma más elevada, pero solo se empeñan a que el pueblo permanezca en la mediocridad a través de esa obra mediocre, que se ven bastante en nuestras escuelas de Iquitos y en otras regiones, y que hasta hacen talleres con esta gente.
No estoy convencido de los que alguna vez pertenecieron y militaron en Sendero Luminoso, después de haber sido culpados por asesinatos, hoy se quieran dar de artistas del pueblo, historiadores ilustrados con descubrimientos de internet, sean realmente personas con un sano juicio para hacer arte, o comprenderlo desde sus mentes obtusa, trasnochadas, con sus discursos retorcidos, porque perdieron la moral que el arte cultiva, y que con sus libros que son apologías mediocres, o son panfletos vulgares, no mejoran la condición del pueblo, al que debemos salvar para que hagan su propia historia, con buenos libros, desde todas las artes, desde todas las visiones que no sean mediocres.