Cuentan que para dibujar a Gran Canarias, los muchachos y muchachas, la dibujan como una isla redonda, y lo es. Es como si fuera una hoja color de otoño flotando en el océano, muy poético por cierto. Desde que uno pisa el suelo insular da la sensación que vas a encontrar algo diferente. El encuentro ha sido un flechazo. La humedad, el dejo insular, la sensación al bajar del avión y percibes que el mar está unos metros encima de la superficie, la Estación de Guagas, la calidez de las personas a quienes preguntan y te contestan con amabilidad inusual, piensas que no estás en España, sí, en esa que gruñe y de mala leche. Los primeros pasos lo dimos de la mano de nuestra amiga (y gran activista por su terruño), de un amor irredento a su ínsula, Aleyda Domínguez, nos hizo el recorrido urbano en un cálido correo electrónico, y de verdad, que era una buena cartografía de su ciudad. Nos sugirió hasta unos sándwich de berros en Pizco, siempre que llegamos se había terminado o que la tienda andaba cerrada. Y, como no, la librería del Cabildo Insular. Es cariño puro, como diría ella. Nos comentaron que los perros de presa canario, son especies endémicas en la zona, son reivindicados como emblema de la isla, y de paso, al nombre de la isla de Gran Canaria. Me daba la sensación que caminaba en los márgenes de muchos mundos, como el del continente americano o del africano, más cuando ando metido que la literatura de la floresta, es de márgenes. En el correo de Aleyda, nos comentó la seña de una nueva cartografía, la Macaronesia, que etimológicamente quiere decir, islas afortunadas que agrupa a las islas de las Azores, Canarias, Cabo Verde, Madeira e Islas Salvajes, son los archipiélagos del Atlántico Norte, y de acuerdo a la mitología nos remite a la morada de los héroes difuntos, saltaba de contento por el hallazgo de gran contenido simbólico. Así con los apuntes del correo electrónico dibujamos mejor el perfil del centro histórico. Me daba la sensación que estaba en tránsito hacia algo, no sabía a que aunque luego lo entendí. Recordemos que aquí acoderó Cristóbal Colón antes de ir al encuentro/ desencuentro con América. La empatía con la isla era inmediata. Nos familiarizamos rápidamente con las guagas, que las azules son para el servicio de pasajeros fuera de la ciudad, y los amarillos para dentro. Por la calle Triana y su bullicio sosegado. Por el sabor del mojo picón, del refresco de nombre appletizer o de la cerveza Tropical con limón.

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