La repentina y dolorosa muerte de los 21 gallinazos en la ciudad de Bagua es una pésima noticia para la urbe de Iquitos. Es conocido que debido a la última crisis de los desperdicios  luego del violento paro el Comité contra la Basura decidió recomendar la compra o alquiler de todos los gallinazos de la tierra para que limpien las sucias calles de siempre. Justamente la primera remesa de esas oscuras aves iba a venir de Bagua. Todo estaba saneado, se había firmado el contrato, se había pagado el importe y los gallinazos en cualquier momento iban a llegar para cumplir con su labor de limpieza. Pero entonces sobrevino la tragedia.

Entonces 21 ágiles gallinazos, una parte de las aves que iban a venir a Iquitos,  encontraron en sus andanzas un perro muerto en una de las calles de Bagua. Como es natural esas aves  no se hicieron de rogar para dar cuenta a picotazos de esa carne sin saber que estaba envenenada. Alguien había matado a su mascota y lo abandonó a la intemperie. Es una verdadera tragedia la muerte súbita de los 21 gallinazos. En el concurrido entierro de esos pájaros, realizado en el relleno sanitario de dicha ciudad, se escucharon sentidos discursos, se lamentó el fracaso de la venta a los iquitenses y se decidió buscar al que había envenenado a su perro para darle ejemplar castigo.

Mientras se realiza la búsqueda de semejante energúmeno que torpedeó un negocio redondo,  Bagua no puede enviar los gallinazos que prometió. De una u otra manera tiene que reemplazar a los 21 gallinazos fallecidos. Hasta que ocurra eso, los iquitenses tienen que seguir viviendo en medio de la basura. Como siempre y hasta nuevo aviso. Se espera que cuando lleguen los gallinazos desde esa ciudad comenzará a cambiar radicalmente esa calamitosa situación basurera.