Por estos días me encuentro recorriendo Bolivia. Una de las preguntas más frecuentes que me hacen los paceños, cochabambinos o cruceños es: ¿La Haya les dará la razón en el tema con Chile? Desde el taxista hasta los allegados en este país la pregunta a un peruano por estos días es frecuente. Aunque no los evado, tampoco ahondo en un tema que, de por sí, no va ser más malo de lo que ya es. Mi conclusión es simple y coincide con los frígidos. Más mal de lo que está no podrá estar, por eso los aires triunfalistas que nos quieren vender tras el fallo, a mí me tiene sin cuidado, prefiero aprender de sus experiencias.

Aunque confieso que el gas a 11 soles y el galón de la gasolina de 90 octanos a 15 bolivianos (unos 7 soles), es una realidad que esperaría se repita en el Perú, no creo posible en éste y en el gobierno que venga. Y no es que la subvención sea mala, pero vivir de esperanzas en un país capturado es desilusionarse perpetuamente, prefiero conocer las expectativas políticas, urbanas en torno a su realidad que realmente son aleccionadoras.

Y es que uno siempre que piensa en Bolivia lo hace desde la perspectiva paceña (de la Paz) o “colla”, como le denominan acá al poblador aymara. Un comerciante por naturaleza pero desordenado y discriminador, tal vez en la misma medida del “camba” o selvático, como no solemos ver normalmente a los bolivianos. Un mal que aqueja el Perú, pues lo reconocemos como andino, olvidando que se trata histórica y geográficamente de un país amazónico. Sin embargo a diferencia de Santa Cruz u otras ciudades amazónicas bolivianas, en el Perú lo que se ha construido en esta región son un remedo de ciudades.

Santa Cruz, donde me encuentro ahora no tiene nada que envidiar a una ciudad brasilera, no por gusto se hace llamar la Miami de América del Sur. Con una temperatura de 35° promedio, tiene un crecimiento sumamente ordenado en base a anillos urbanos que todos respetan, avenidas amplias, sistemas de drenaje óptimos, limpieza y respeto por la ciudad, hacen a uno olvidarse que está en ese estereotipo de ciudad boliviana que todos asumimos.

Sin duda una aristocracia que en su momento pensó en el futuro y diseño una ciudad para todos los tiempos. Aunque se siente el rencor a Evo Morales, aquí nadie le resta el mérito de estas subvenciones que hacen de Bolivia un país atractivo y con índices de crecimiento similares a los países que dicen internacionalmente ir por el “buen camino” del FMI o Banco Mundial, es decir el Perú entre ellos. Para este lado de este país parece que lo único que faltara es un litoral en el Pacífico, por eso esperan el fallo de la Haya, porque entienden que en un futuro, ellos podrían tener una esperanza de salida, una frustración nacional que no puede esperar.