Políticamente, y más aún en la actual coyuntura, será correcto decir que el gobierno de Ollanta Humala debería ser concertador o que “La Concertación” (al estilo Chile, no por sus integrantes sino por sus medidas políticas y económicas), debería ser el estilo que se imprima a partir del 28 de julio. Decirlo en campaña electoral era aún más correcto, decirlo ahora como parte de la estrategia del grupo ganador seguramente que apaciguará la Bolsa de Valores y los bolsillos de la Confiep, incluso que la oposición (que ahora aparece besándole la mejilla a manera de saludo a Humala) lo repita como una manera de posicionar el tema es también correcto, pero ¿cuánto de esto que llaman la Concertación es viable en un país que requiere reformas profundas?

Porque no dejarán de mentir las acciones de los últimos tres presidentes que utilizaron similares términos (conciliación, unidad, un gobierno de ancha base, etc…) para terminar haciendo lo que ellos decían o lo que muchas veces los grupos de poder que lo acompañaban a manera de ministros terminaban por imponerse, claro está, como consecuencia de estas políticas el desmadre de los problemas sociales, en vez de disminuirse se acrecentaron, según lo advierte el último reporte de la Defensoría del Pueblo.

Concertación

La concertación es un buen término de campaña más no de gobierno, porque en el Perú a la primera medida que no le guste a cierto grupo al toque te acusan de saboteador y de destrozador de los “modelos de desarrollo” que provocan que el país esté en azul. El termino de concertación se aplica tal vez a que ciertos ministerios sin mucho presupuesto o exposición mediática sean ocupados por gente independiente u honesta de trayectoria, pero no en los campos donde la población exige secularmente a gritos una transformación y es, por consiguiente, por lo que Gana Perú ganó las elecciones el domingo pasado.

La gente votó esperanzadora no necesariamente por una concertación (esta interpretación la dan los políticos derrotados que de alguna manera quieren participar en la torta o en el mejor de los casos los bienaventurados del periodismo y del análisis), sino por una transformación real, que le llegue a sus bolsillos y que le haga creer en el corto plazo que este gobierno sí los representa y no sólo significa la tranquilidad del sistema macro.

Qué Ollanta Humala haya ganado por tres puntos porcentuales no significa necesariamente que haya polarización, es solo la circunstancia electoral – entre otros factores – de tener a dos candidatos y propuestas finales en una segunda vuelta, o que pensaban, que si Toledo con Ollanta hubieran competido en la segunda vuelta el “cholo” sagrado iba a sacar un 80% de los votos. Aún así, bajo esta interpretación, se hubiera dicho que el país está dividido pues hay un 20% que no lo quería y por ende el “cholo” necesitaba cogobernar.

Si en EE.UU. Obama gana las elecciones (como es lo más probable) los republicanos que seguramente sacarán más del 40% de la votación dirán que necesita una “Concertación” pues el pueblo “yanqui” así lo ha expresado en las urnas. Por favor, son sólo interpretaciones antojadizas, esperemos que Humala adopte las primeras medidas, nombre a sus primeros delfines en los ministerios y de ahí, recién los políticos deberían tener armas reales para atacar su gobierno. ¿Esto es un cheque en blanco? No, es sólo prudencia.

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