El antiguo mandatario de la República  Popular de Lima, nombre verdadero del Perú, se quemó en todos los  hornos del error y del despilfarro de  su mandato cuando quiso suspender las navidades y las fiestas de fin de año. El argumento de don Pablo Villanueva de que en esos días los mercachifles de todo pelaje hacían su agosto, subiendo hasta las nubes los precios de las cosas, no caló muy hondo en la gente. Nada ocurrió ni cuando ciertos transportistas abusivos aumentaron en 100 por ciento los pasajes de ida y vuelta.

De todas maneras el popular Melcochita emitió  un decreto, mediante su Ministro del Interior. Gastón Acurio, declarando días laborables las últimas semanas de cada año. Ni los incentivos económicos, ni los aguinaldos, ni los panetones prometidos alteraron  la encarnizada protesta de los limeños que de anchas o mangas querían celebrar las pascuas y los quilombos finales. Pero Villanueva no dio su brazo a torcer y otra vez volvió el caos a ese país que había renunciado a llegar alguna vez al mundial del popular juego de sapo. La práctica del futbol había desparecido hace años, después del bochorno de haber sido eliminados por la selección de la República Confederada de Caballococha. .

En medio de los encendidos debates, donde no escaseaba el insulto ni la evidente mentira,  una documentada denuncia dio  cuenta de que el gran Melcochita tenía una flota de camiones interprovinciales, era socio de varias crianderías  de pavos navideños, tenía acciones en las granjas polleras y, además, venían invirtiendo en una cadena de restaurantes  de varias estrellas.  Los diarios especulaban sobre las razones que llevaron a ese mandatario para maltratarse, para  gobernar contra sí mismo. Al final, los de la prensa concluyeron que semejante hecho era otra de las bromas de ese cómico que gobernó durante décadas a  ese país.

 

1 COMENTARIO

  1. Pura basofia….. hartas «maravillas» debe haberse libado el escribidor o narrador de tonteras loretano. Te van a curtir la piel como la savia del caucho que se mezclaba con la sangre de los huitotos.

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