La biblioteca de Vargas Llosa

Por estos días la ciudad blanca está en revuelo por la presencia del premio nobel Mario Vargas Llosa. Uno de sus anuncios que traía en secreto y que fue revelado ayer ha dado una satisfacción plena a los que admiramos su talento y disciplina para la literatura. El escritor ha prometido que donará su colección de libros que alcanzan a los treinta mil y que estos podrán verse – con anotaciones incluidas– en la casa museo que están refaccionando en lo que fuera la casa de los Llosa en la Av Parra del cercado de la ciudad.

No deja de ser raro todo esto, porque los que conocemos mas o menos la historia del vate arequipeño sabemos que en esta ciudad sólo vivió algunos primeros meses de su vida antes de irse junto a su familia a Bolivia llevado por los problemas políticos del país que arrastraron al abuelo y un poco también por la “vergüenza” de una familia de arraigo y aristocrática pero empobrecida a la cual el “esposo” de una de las hijas, osea su madre, había abandonado ante el estupor de toda la prole.

Por eso siempre pensamos muchos que en realidad Arequipa, cómo alguna vez los asesores de Fujimori le aconsejaron para que soltara la idea, no había sido más que un accidente geográfico en su biografía. Aunque él siempre se mostró muy cariñoso con la ciudad de sus ancestros y la cual “había aprendido a quererla” a través de los relatos de sus abuelos y tíos, en realidad sus primeras obras reflejaban más bien ambientes norteños, limeños y hasta amazónicos y no tanto arequipeños o andinos.

Eso provoca que una de las preguntas más repetidas de los periodistas locales sea: “escribirá algo relacionado directamente con Arequipa” y la respuesta se estampa con todo protocolo que responde en realidad a una hipótesis de trabajo de todo creador. “En realidad tiene pensado varias cosas sobre la ciudad”. Lo que no se sabe a ciencia cierta si esto se refiere a un cuento, una novela, un ensayo o sólo un artículo en referencia a la ciudad donde ha celebrado su cumpleaños 76.

En esta ocasión el hacedor de grandes historias ha estado rodeado de cocineros como Gastón Acurio inaugurando una escuela de cocina en una de las zonas más pobres de Arequipa, obra en la que ha participado el arzobispado y como no, el Gobierno Regional, que años antes ya había convertido sus despachos arquitectónicos del centro de la ciudad en la hermosa biblioteca pública que ahora lleva el nombre del premio nobel.

Esta fue una idea que fascinó al escritor y a la que ahora se suma el aporte que hace este organismo para que cada año en el marco de la Feria del Libro de Arequipa se entregue el premio a la mejor novela corta que, obviamente, lleva su nombre. Se han presentado cerca de 700 escritores y este año inaugural ha sido el profesor limeño Pedro Novoa Castillo que ha ganado el placer de recibir el premio de manos dele escritor y también 5 mil euros aportados por los mayores benefactores de esta actividad cultural: el gobierno regional.

Es gracioso observar esa estampa en Arequipa. Un cocinero y empresario pragmático, un arzobispo que pertenece o mejor dicho representa a la más radical derecha del Opus Dei, un presidente regional filósofo y marxista militante desde que nació y un escritor liberal que ideológicamente, desde hace décadas está años luz de estos dos últimos. El resultado es que Gastón continúe afianzando su idea en público de popularizar la alta cocina en el Perú y en secreto de ir juntando municiones y aprecios para un futuro político prometedor, que el arzobispo genere la idea de no ser sectario ni conservador y tener más apoyo para no construir la gran zona rosa del sur del peru en la ciudad blanca y que un presidente regional obtenga las bendiciones políticas para continuar reynando en la escena local y porque no, proyectarse a una esfera nacional, pero lo más importante estampa y valiosa de verdad es la donación de la biblioteca entera del premio nobel que lo justifica todo.

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