La automedicación es el uso de medicamentos de una persona para sí misma, sin prescripción médica.

Esto es una práctica común en nuestra sociedad desde tiempos añejos y tiene varias explicaciones. La primera sería la dificultad para acceder a los servicios de salud. En nuestra región las poblaciones son dispersas y los puestos o centros de salud son escasos en número o están alejados de las mismas y también están mal equipados y con farmacias que no está bien implementadas.. Otra es la atención que se brinda en las instituciones de salud: hay que hacer colas desde muy temprano para sacar cita y cuando esta se consiguen la atienden a veces horas después, entonces muchas personas no quieren acudir a hospitales por la pérdida de tiempo que representa. No hay que olvidar que la mayoría de pacientes que acuden  a los hospitales son personas que ganan para el día y tienen que trabajar casi 12 horas diarias.

Una tercera es la calidad de atención que se pueda brindar. Si un paciente acude a una consulta y le tratan sin prestarle mucha atención, apenas le examinan, no le explican bien el diagnóstico, le recetan sin explicarle bien el efecto de las medicinas ni sus efectos secundarios, con seguridad se siente tratado poco menos que un animal. Ello llevaría al alejamiento de este paciente del sistema público de salud y buscar la automedicación.

Otra explicación es la falta de dinero para acudir a un consultorio particular o una clínica, sin olvidar que ello representa el pago de la consulta, el pago de los análisis clínicos, ecografía y/o radiografías que le soliciten y, por último, el costo de las medicinas, llevando a una cifra nada despreciable.

Otra sería la venta en bodegas de medicinas no reguladas, de uso común y que se pueden adquirir sin receta médica, tales como analgésicos tipo paracetamol, algunos antiinflamatorios no esteroideos como ibuprofeno, algunos antibióticos como ampicilina, algunos antiparasitarios como albendazol y otras medicinas más.

Además que algunas farmacias venden medicinas controladas, sin receta médica, con tal de ganar algún dinero, como por ejemplo el misoprostol. A esto se suma que los dependientes de farmacias muchas veces recetan medicinas cuando las personas les consultas que podrían tomar y les refieren los síntomas que tienen, no estando autorizados ni capacitados para ello.

La automedicación tiene muchos riesgos: alergias a medicinas que puede llevar, incluso, hasta la muerte, desarrollar resistencia a los antibióticos por el uso indiscriminado de ellos, gastar dinero cuando se han indicado sin criterio. También tiene sus ventajas en algunas emergencias, como bajar la fiebre o combatir el resfrío.

¿Se puede combatir esto?. La respuesta es sí, pero requiere mucha decisión política.  Primero hay que equipar bien los centros de salud, postas,  hospitales. Hay que hacer que los profesionales atiendan con calidad y calidez a los pacientes. En el área administrativa que las citas sean rápidas (se podrían sacar por teléfono o internet).

Hay que informar y concientizar a la población de los peligros de la automedicación, controlar que las farmacias cumplan con las normas de salud, que los químicos de las mismas se abstengan de recetar entre otras cosas.

El problema es amplio. La Dirección General de Salud tiene las armas para combatir todo ello.