Junio se pintó de colores, se pintó de orgullo en casi todo el mundo, por la celebración del orgullo de la comunidad LGBTIQC (Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transexuales, Intersexuales, Queers, y los llamados Cisgéneros). Aunque, hay una clara diferencia con las marchas que se dieron en un inicio con las que se realizan en la actualidad. Pero el punto acá es que se celebra con gran algarabía la libertad de aquellos que en un inicio fueron privados de su libertad, de esa libertad de mostrarse tal cual ante la sociedad. De dar a conocer sus sentimientos y las capacidades sin limitación alguna, sin algún trato brusco, hostil, huraño y malicioso.
Recordemos que por los años 50 la práctica sexual entre personas del mismo sexo era considerada en la sociedad como una repugnancia, a grado tal que muchos de ellos eran hostigados y hasta eran encerrados en centros psiquiátricos, sufrieron torturas inmensas para dejar su condición de tal, de ser aquella persona diferente en atracción y gustos sexuales. Inclusive las leyes estatales eran partícipes a vulneraciones tortuosas (claro, hoy en día se han vuelto algo flexibles, pero solamente en algunos Estados, no en todos). Con la reafirmación de los Derechos Humanos y con las constantes luchas de reivindicación que esta comunidad ha venido luchando a lo largo del tiempo se han podido afianzar más sus derechos, hasta hoy en día se puede decir que es lo políticamente correcto ya que merecen el grado de respeto por ser Personas Humanas y por tener derechos fundamentales inherentes a ella.
Aunque muchos censuran la celebración colorida de esta comunidad por los actos escatimosos que realizan, considero que cada grupo social tiene diferentes formas de celebración. Sin ir muy lejos, los católicos (me incluye en ello) tenemos la usual costumbre de celebrar actos religiosos o fechas religiosos de una determinada manera y forma, y se espera que la sociedad acepte sin reprimenda alguna. O los evangélicos, o los Testigos de Jehová o algún gremio o comunidad latente y vigente en la sociedad que tienen formas de celebrar algún acto que consideren importante. Para esa comunidad si celebrar su día, del orgullo LGBTIQC, es de forma despampanante, tenemos que por lo menos ser tolerantes ya que son parte de la sociedad y que no pueden estar desapercibidos.
Como dije en un post hace poco en Facebook, provengo de una familia conservadora que no ve bien lo realizado por esta comunidad. Pero, mis padres me enseñaron que ante todo está el respeto hacia alguien por más que no nos guste su forma de actuar o pensar. Aunque, en los constantes programas de formación política que he estado teniendo en todos estos años me permitieron conocer personas allegadas a dicha comunidad (lo cual, a opinión personal, son muy chéveres, geniales, hasta cool), inclusive conocí a líderes políticos que siguen luchando por tratar que la sociedad sea aún tolerante ante ellos y que, en cierto modo, los actos que vienen aconteciendo ante ellos pare, porque decir que no sufren nada y que viven en una sociedad tolerante es una vil mentira.
Vivimos en pleno siglo XXI y creo que catalogar a dichas personas como aberrantes solo va con la forma de pensar de antaño. Solo diré que: Así como luchan por cosas suyas y salen a las calles a celebrarlo también deberían salir a luchar por causas justas ante las no buenas decisiones que hacen los gobiernos de turno.