Por: Gerald  Rodríguez. N

En realidad, yo no puedo vivir sin mi arte. Mi arte es mi realidad, mi vida, mi fuerza, mi sueño, mi arte soy yo y sin él no soy nada. Pero nunca puede estar mi arte encima de mi hermano, de mi prójimo, de mi grupo, de mi tribu, de mi país, sino que trato de que no se separe el uno del otro, y que esto también me permita vivir, a nivel de todos los hombres por igual, sin el deleite solitario al que creen mucho al que me dedico. Siempre estoy queriendo conmover lo mayor posible con lo que escribo, ofreciendo imágenes privilegiadas del sufrimiento y la felicidad. Porque al parecer en mi país, el sufrimiento es una inherencia natural a nuestro destino, que no hacemos nada más que intentar olvidar lo que sufrimos, inclusive cuando intentamos distraernos de un dolor, nos distraemos con otro dolor. Pero la famosa frase “si no se sufre no se goza”, ya es casi hasta un aliento de consuelo a lo largo del dolor que como país sufrimos. Pero el peor dolor y sufrimiento de este país, no es el terror de los 80 y 90 por los subversivos, ni tampoco los excesos de las Fuerzas Armadas, el peor dolor de este pueblo fue siempre la mediocridad.

En estos tiempos de aberraciones, el colmo de lo mediocre es intentar esconder el dolor que el pueblo ha sufrido en manos del poder y de los que quisieron unir al país dividiéndolo. Un grupo de fujimoristas siempre está alzando sus voces de protesta  cuando algo se dice de lo que sucedió en el gobierno de sus líder, intentando negar la historia, intentando borrar de la memoria colectiva y de los libros lo que será material de estudio para los niños, que ven en ellos a futuros electores potenciales a quienes hay que llenar de ignorancia y mentiras sus pobres cabezas para que el continuismo de esta “democracia” siga repitiendo sus aberraciones, como la matanza de 1964 a los hermanos matsés, mandando con bala y napalm, porque “obstruían la llegada de  civilización y progreso” durante el gobierno de Belaunde; como el caso “frontón” y “baguazo”, ambos en los gobiernos de Alan García; la matanza de “Barrios Altos” y “Cantuta”, en manos del grupo “Colina” en el gobierno de Alberto Fujimori.

Esta es la mayor aberración, que se pretenda sacar de los libros de historia la verdad de aquellos gobiernos, borrar de las páginas lo que aún no se ha guardado en la memoria, con la intención de pasar como héroes, cuando en realidad fueron asesinos. El MINEDU no debe dejar atarantarse por los charlatanes del Congreso, y tampoco se debe seguir confiando en aquella gente que trabaja en el MINEDU que al parecer no saben nada de historia. Es el momento de convocar a los mejores especialistas en temas de violencia y de historia en el Perú, y que sea responsabilidad de ellos que, en cada una de aquellas memorias de niños y jóvenes, nunca más se pretenda darles como historia que Fujimori fue el héroe que venció el terrorismo, intentando mostrarle rata por pericote.