Víctor Isla: presidente del Congreso
La acelerada carrera política de un leal de Humala
Bueno. Contra todos los pronósticos que responden a una vida política con perfil bajo, y no en referencia a los consensos que ha logrado aglutinar en las últimas semanas en función a su candidatura y ni hablar del apoyo de la pareja presidencial, hoy debe estar siendo elegido presidente del Congreso de la República el loretano Víctor Isla Rojas.
En los últimos días algunos políticos de la derecha han empezado a rebuscar en la biografía del Yurimaguino alguna sospecha que le baje la llanta ante la opinión pública, o en todo caso, haga retroceder alguna adhesión de última hora en el parlamento. Pero no sólo ellos. La prensa capitalina ha iniciado, sin mucho éxito, la búsqueda de factores que revelen cuál es la verdadera personalidad política de Isla Rojas. Más allá del acercamiento con el gobierno venezolano con la asistencia de peruanos con la operación Milagro, no han encontrado sino una pétrea relación de años con la pareja presidencial.
Y es que Isla representa lo que en su momento era Verónica Mendoza en el Cuzco o Ana María Solórzano en Arequipa. Esa figura que ha demostrado lealtad a prueba de fuego con el humalismo y, abandonando alguna consigna política que se le conocía, se ha rendido fielmente ante las decisiones del gobierno. Esto, sin duda, puede abonar a la causa provinciana y en especial para la agenda de la Amazonía.
Aunque se diga que el congreso no tiene con iniciativa de gasto o presupuesto que asista determinadas obras, la agenda de la presidencia del Congreso podría generar mediante leyes que beneficien de manera mediata o a largo plazo a este sector tan olvidado del país. Pero hay un capital mayor que Isla podría encontrar en esta tarea de ser presidente del parlamento y este es el de terminar por demostrar que no sólo posee la fidelidad necesaria para ser un Jorge del Castillo o un Juan Sheput en el Apra y el Toledismo respectivamente, sino con hechos concretos demostrar que también está dotado de la muñeca necesaria para superar lso índices de credibilidad y aceptación del parlamento ante la ciudadanía.
No es tarea fácil, por supuesto. Primero debe olvidar la pierna en alto que demostró Abugatas al asumir el cargo hace un año. Tener la pericia y el olfato audaz para demostrar que los casos de corrupción, y huachafería de sus colegas, que seguro aparecerán, no lo alcance deslindando en su momento o en todo caso sabiendo delegar la responsabilidad de esos hechos, y una tercera tarea es aprender a hablar y torear mejor a los interlocutores de los medios que en muchos casos actúan enviados por terceros apuntando precisamente interés particulares para manipular decisiones en leyes que favorezcan a grupos económicos que el mismo Abugatas ha reconocido no pensó que se iban a presentar de mil maneras y disfrazadas de otras muchas.
Aunque es sabido que la pareja presidencial está buscando, más que perfiles con autonomía, lealtades insoslayables a la hora que los loros, es aquí donde seguramente se conocerá al verdadero Víctor Isla ante la opinión pública. Por lo demás y debido algunas apreciaciones de sus colegas y la misma plancha de la mesa directiva variopinta que postula hoy, parece que ese trabajo silencioso de buscar los consensos le dio resultado para seguramente ganar hoy la elección, pero no creo que sea suficiente ante una nueva explosión social donde sus colegas vinculados a esos lugares saltarán en primera una vez los pongan entre la espada y la pared.
Como sea es un buen inicio para un presidente de parlamento que además coincide con un nuevo premierato y hasta con un nuevo discurso más conciliador del gobierno en este tramo. Por lo pronto está bien que un provinciano amazónico sea el presidente del primer poder del Estado. Todo un reto y una tarea ardua para el que hasta hace poco era regidor de Yurimaguas y luego repentino vicepresidente regional de Loreto de la mano de su Bloque Amazónico y el que hasta hace poco también, recuerdo, hablaba de concesiones forestales con su ex amigo Robinson Rivadeneyra.
Victor Isla, dejando sus pecados de lado, es un ejemplo para todo profesional o politico provinciano… es decir, esta claro que se puede o podemos asumir cargos o puestos de primer nivel que rigen los destinos del Peru, ya sea en lo publico o privado… es aluciente para no perder las esperanzas
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