ESCRIBE: Jaime A. Vásquez Valcárcel

Como siempre, casi nadie se ha detenido en el detalle. Como siempre. ¿Hay alguna ciudad de Perú donde diez jóvenes escriban igual número de cuentos sobre ella? ¿Hay alguna ciudad de Perú donde se realice una feria del libro donde el cierre sea con la presentación de un libro escrito por diez jóvenes y la fiesta la termine el grupo de cumbia que más veces ha ido en gira a Europa? Para ser más específicos y personalizar la vaina ¿En qué otra ciudad hay un Paco Bardales, ahora que todos quieren comprender al Paco Yunque de César Vallejo, el escritor, no la universidad?

Interrogantes abiertas, como la columna que escribía para la radio ese curita cascarrabia y cariñoso llamado Silvino Treceño Ríos. Sí, antes para hablar en las radios de Iquitos se tenía que escribir. Y, claro, para escribir se tenía primero que leer. No sigamos con la sucesión de cuestiones lógicas porque la idea es hablar de los jóvenes escritores. Jóvenes que conocen el pasado y predicen el futuro. No sólo eso. Escriben sobre el futuro teniendo como materia prima el pasado.

“La ciudad son tus arterias”, esa idea de Paco Bardales, es un acto de amor hacia Iquitos. Porque, como a las personas, uno quiere un lugar con sus cosas malas y no tan malas. Con su pasado. Con lo que quiere que sea y ¿nunca? lo será. Hemos disfrutado con la imaginación de Jorge Gil, Andy Saavedra, Paula Paredes, Marieth Ríos, Aliza Manuyama, Diego Pezo, Irina Yanovich, Renato Romero, Portela Vela y Alejandro Vásquez. ¿Qué curioso, no? Todos ellos jóvenes, pero que ya a algunos se los tiene (¿debe?) que presentar con más de una publicación.

Todos tienen madera. Tienen la vocación. He conversado con la mayoría de ellos. Más con Diego Pezo Pfenning e Irina Yanovich. Un sábado por la mañana. Un desayuno “alemán” fue la excusa perfecta para hablar del amo amor que sienten por Iquitos. Ambos viven en Lima. No dejan de pensar en Iquitos. Y será por eso que han podido escribir “Fábula” y “Diario de demolición”. Uno sobre Moronacocha y otra sobre “el edificio de Essalud”. ¿Quién no ha oído hablar de ese lago y de ese monumento a la corrupción? Pero pocos se han decidido (no quiero usar el término atrevido) a hacerlo desde la literatura. Desde la juventud literaria.

Diego lo hace desde el pasado apelando a su abuelo y sacando de su imaginación a Utsu, un anciano que “bordeaba los 90 años”, y que con mucha anticipación vio el mismo dolor que ahora vemos al darnos una vuelta por Moronacocha. “Utsu vio con dolor lo que tú y yo estamos viendo ahora mismo, hijito”, se lee en el cuento. Al escribir sobre los olores desagradables y la abundante basura que hoy ha invadido ese lago, Diego demuestra un amor hacia Iquitos.

Desde la libertad literaria Irina ha tenido la imaginación necesaria para que el edificio “Azul”, que pertenece a EsSalud, hable desde ella. Así, nos ha trasladado al año 2040, un noviembre improbable donde se hará la demolición de esa mole. No contenta con eso nos ha llevado al año 2110, también noviembre, para decirnos desde su presente que talvez el tiempo no pase. Pero es bueno creer que alguna vez el “Hotel Palace”, hoy tomado insensatamente por los militares, servirá para que la gente vea el pasado cauchero y que Iquitos puede ser mejor. Que en los años venideros seguiremos celebrando los acontecimientos con la tecnología en las manos pero que la historia no tiene por qué olvidarse. En todo el cuento Irina, cuyos orígenes están en Croacia y que bien podrían servir no para un cuento sino para una novela, desde un ambiente de protesta, desencanto, desazón sobre cómo tratamos a la ciudad provoca en el lector un recorrido por la capital loretana. Pero en el fondo es un acto de amor hacia Iquitos.

Por ese acto de amor que está metido en “La ciudad son tus arterias” sería bueno que todo iquiteño (¿o iquitense?) le eche una mirada a esa publicación ideada por Paco Bardales y que me ha devuelto esa inquietud casi olvidada de pensar que debemos atender a los jóvenes. No repitiendo que son el futuro sino que tienen un presente para tomarse en cuenta, por lo menos desde la literatura.