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La biomedicina descubre formas de abordar las enfermedades que en ocasiones resulta difícil de creer. Es el caso de lo que podría ser un hito en la historia médica para tratar el cáncer en una forma más segura. En síntesis es el uso de robots diminutos que se inyectan en el torrente sanguíneo para que localicen el tejido neoplásico y ataquen a las células dañadas sin tocar las células sanas.  Terminada la misión, estas máquinas inteligentes se desintegran en la sangre.