En la escena contemporánea la humeante marihuana viene ganando terreno a todo tranco. Antes, hace poco, era impensado que alguna sociedad permitiera el uso de la hierba como algo normal, cotidiano. Pero viene ocurriendo que algunos países ya permiten la inspiración de sus ciudadanos, mientras otras naciones se aprestan a poner a disposición de la gente unos cuantos gramos a la semana y por razones clínicas. Es decir, no se trata de abrir las puertas al vicio, de incentivar la aparición de fumones esquineros o callejeros, de permitir el aumento de consumidores descarados y fiesteros. No. Eso nunca. La hierba tiene que servir para ayudar a curar algunos males corporales y espirituales.

En el marco de ese espíritu moderno, en estos días de festejos patrióticos, de honores al aniversario de la sagrada blanca y roja, se viene discutiendo acaloradamente en Iquitos `no la vigencia de la marimba sanitaria sino de algo más importante. Las personas más avanzadas, los que son los que dirigen los destinos de la ciudad, debaten si es rentable para el erario local oficializar el consumo de la coima. No se trata del nombre de algún derivado de la coca, de la pasta o de la misma hierba, sino de una vieja costumbre que todo el mundo practica en su momento y todo el mundo niega después de ese momento.

De acuerdo a la investigaciones de un grupo de trabajo, la oficialización de la coima como una forma económica muy rentable, un trabajo atípico y sin mucho riesgo o una modalidad envolvente que agarra parejo a varias cabezas, beneficiaría a la población pues los coimeros de raza, los que dan por lo bajo y los que reciben entre las sombras, tendrán que pagar un impuesto nada libre de gangas generales a las ventas y reventas en caso de algún partido de pelota.