Lejos de la ciudad y en este paso neorrural los días son tranquilos, al ritmo del ocio que uno pone. Estamos pendientes del clima: que sí llueve o no, de acuerdo a eso planificamos los paseos a pie y por los alrededores. Los hombres y mujeres del clima así sazonan el día aunque muchas de sus predicciones se han ido al traste. No se cumplieron. La memoria apenas menciona naturaleza me transporta en fotogramas a la Tipishca del Samiria, río Marañón, donde los árboles y el agua, de los ríos y lagunas, eran los que gobernaban el paisaje de ese lado de la floresta. Aquí hay encinas, pinedos y hierbas malas. En mi despertar urbano suelo abrir los ojos muy temprano pero hasta ahora no lo logro en este plan de desenchufe. El desayuno, muy a mi pesar, es casi a las nueve de la mañana (me quedo pegado a las sábanas), no a las siete y media como la rutina manda. Salir fuera de la ciudad hace variar los hábitos y manías. Por las noches hay un silencio que mete miedo y el fuerte viento habla rabiosamente cuando choca contra las paredes de la casa. Una de esas noches me quedé hasta la una de la mañana pellizcando un buen libro de filosofía. Leer, escribir y dar vueltas algunas sobre uno mismo es uno de los mejores entretenimientos en estos días que no se hacen largos. A unos metros de la casa pasa una calle y luego está el monte, no parece monte virgen. Con un amigo muy temprano nos fuimos a husmear por ese monte donde los animales más fieros con que me topé han sido las hormigas y un pata paseando a sus perros que tenía cara de pocos amigos a igual que sus perros. Es una selva muy domesticada para uno que proviene de escalas amazónicas. En la casa donde nos alojamos encontré una guía de senderismo para no perderse en la maraña de árboles que tenemos al frente. Bajo este monte apacible encontramos que estos neorrurales de hace unos días (o de pacotilla) arrojan sus desperdicios al monte que tenemos al frente. Adiós romanticismo de loar la vida sana de la sierra. Aquí existe la expresión de tener un “cuerpo serrano”, que significa un cuerpo sano y vital – ajeno a las achaques y otras penurias, con esos neorrurales que contaminan todo, seguro que con el tiempo esa expresión puede quedar en desuso.http://notasdenavegacion.wordpress.com