Fuera de juego

La noticia sobre el censo de lugares que progresan en el Perú de hoy, que van para la peña, de acuerdo a obras visibles, a aciertos evidentes, a cifras indudables, nos sorprendió por su crudeza en lo referente a nosotros, los del patio trasero, los del perro del hortelano.  Y nos desalentó cerca ya del fin de este 2012.  Lima, como no podía ser otra manera,  es la ciudad que más avanza. Luego vienen Arequipa, Trujillo, Tacna, Ica y otros lugares que se ubican en la costa y la sierra. En esos números óptimos  y con futuro no figura ningún lugar de la remota Amazonía.  El retraso de los verdores no es de ahora, tiene raíces históricas.  Es posible que su explicación más acertada sea la poca consideración que se le tenía antes, en tiempos coloniales.

Las primeras autoridades de Maynas, por  ejemplo, gobernaban desde lejos, desde sus recintos ubicados en ciudades lejanas. El más radical de esa desgracia fue uno que supuestamente gobernó durante 20 años estos verdores. Desde lejos. Ni en broma vino a conocer el lugar de su reinado. En las furias de la emancipación del poder castellano,  la montaña fue la última parte del Perú en liberarse. Y las gestas de las armas la hicieron los forasteros. Para entender el descuido republicano de parte de los gobiernos habría que mencionar al tren que vendría de la costa hasta cualquier lugar de estos boscajes. Hasta ahora no se conoce ni el punto de partida. Ese tren ficticio tiene más de un siglo.

Desde luego, esa lamentable tendencia que se repite ahora a través de los años, no quita el pobre  papel de los tantos gobiernos locales y regionales de la maraña. La clave de nuestro atraso también  está  en los dirigentes sin visión que en la mayoría de los casos han contribuido a nuestra postración. Estamos entonces fuera de juego, lejos de la punta del campeonato nacional del llamado progreso. ¿Qué hacer?