Fragmentos
Por Miguel DONAYRE PINEDO
En la película “La decisión de Sofía”, la madre obligada por un militar alemán de un campo de concentración debe escoger entre su hijo y la niña que tenía en brazos, uno de ellos tiene que morir. Es una decisión difícil, peliaguda, espinosa, compleja y sobran adjetivos a esa situación límite. Ella decide que la niña es la escogida, la que morirá. Esa decisión pesará como una sombra y losa a lo largo de la vida de esa atormentada madre. Pero ¿Qué es lo que pasó en esa situación? Un filósofo italiano decía que a partir de Auschwitz la ética se desplomó en pedazos. ¿Podemos juzgarla a esa madre por esa decisión? Imposible. ¿Cómo hubiéramos respondido nosotros en una situación así? Esa situación de límites mostraba que los principios categóricos y universales vuelan en pedazos. De esos fragmentos hay que reconstruir una ética más liberadora porque los paraísos no existen. Hay que pensar de manera diferente es la primera tarea a enmendar, no se puede seguir pensando la valía de esos principios universales que son esquirlas de una explosión. Joan Carles Mélich, un filósofo de este lado del charco, en un libro bello “Ética de la compasión” reflexiona sobre estas situaciones con lucidez. Él señala que la ética de la compasión básicamente es consecuencia de la experiencia, de ser consciente de la finitud de la vida, es una situación que escuece donde la moral prescriptiva en este tipo de situaciones límite debe responder y de ahí nace la ética. No es ponerse en el pellejo del otro sino de acompañarlo en ese proceso. Nadie puede ponerse en plan fiscal moral y sojuzgar a la madre que decidió entregar a su hija a cambio de la vida de su hijo. Es una decisión que se entiende en cada caso y por eso las prescripciones universales se vuelven opacas.