Es un día de lluvia, lo anunciaban las personas del tiempo y las informaciones por la tele. A momentos pareciera que el tiempo transcurre muy despacio. Luego se agita la mañana, a la media mañana. El patio luce con el suelo húmedo, le digo a F que desde hace dos días no visito al patio, lo hago para hablar con las plantas y mirar cómo crecen; en una maceta sembré unas semillas de pimiento, pero no crece, tendré que cambiar la tierra, mi madre tiene mejor mano con las plantas, resuello resignado. Me cuesta ponerme en pie esta mañana. Apenas doy unos pasos voy a la cocina y corro a poner el café, una taza de café caliente pide el cuerpo. Es como si te abriera el alma y te despierta del cuerpo aletargado. Antes despertaba e iba a ver los titulares de los diarios, pero desde hace un tiempo no lo hago, son noticias muy dirigidas dependiendo del diario que leas, me cansa, Me agota, déjennos pensar, no nos encaminen, me enfurruño. Sería el primer invierno en la nueva casa, en el Olmo lo teníamos algo controlado, pero aquí todo es nuevo. Fui a ver la casilla del correo y me encontré con el portero, me comentó que pondrían la calefacción porque va entrando de a pocos el invierno. Hay que prepararse. Ayer por la tarde han probado la calefacción en el edificio y parece que va bien, al menos para nosotros. Los radiadores calieEntan y la casa se ha sentido más cálida. Me quité la manta que tenía. Esa misma mañana tuve que recurrir a mil estrategias antes que pusieran la calefacción: ponerme un albornoz, beber leche caliente con miel y tés e infusiones en todas sus variedades. Seguía teniendo frío. Desde mi ventana del piccolo ufficio hay un árbol de verdes y floridas hojas, se mueve por el viento. En el verano andaba desnudo sin hojas y hoy está vestido de traje verde. Me cuesta arrancar. Hago un calentamiento previo. Nada. Sigo aturullado de sueño. Hay que ponerse en el ajo. En esos andamos en este día de lluvia.

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