Entre ladridos y silencios

Por Miguel DONAYRE PINEDO

Antes de que ganaran los conservadores en España la crispación en la vida social estaba a la orden del día. Tienen un pésimo perder, es metabolizado con dificultad. Se quejan y refunfuñan por todo. Sí el matrimonio homosexual, sí el aborto, sí el apoyo militar en Afganistán [antes decían que era una guerra, hoy mastican el silencio]. Es oponerse por la patología de oponerse. No dejan dar resuellos, están apuntando a la yugular. Son como esos perros guardianes que muerden y atacan lo que se mueve. Ahora que están en el poder andan muy callados o entre ellos hay rifirrafes romos. Muchos de su propio partido temen a sus propios militantes. Por qué saben que cobraran sus lealtades. La conocida frase: “cuerpo a tierra que vienen los nuestros”, retrata de cuerpo entero el momento en que viven esas aflicciones. Es un país muy enconado que cuando la derecha pierde en las justas electorales ladra las 24 horas del día. No da tregua. Sus bustos parlantes en las radios y canales de televisión se enfadan porqué sale el sol o porqué la tierra da vueltas alrededor del sol. Pero cuando ellos gobiernan están callados en complicidad. Causa estupor observar a esos comentaristas que se quejaban por todo contra el gobierno anterior, ahora son ellos que no se cansan en lanzar lisonjas y zalamerías al nuevo gobierno. Salen a justificar lo injustificable. Dan una profunda tristeza.