ESCRIBE: Luis Pacaya

Lo sacado en el programa de Beto Ortiz dejó a shock a todos. Por más que saquen noticias que refuten lo dicho en Beto a Saber, ya deja a uno con el sin sabor de vacunarse contra el COVID-19. Inseguridad que ha generado en la mayoría de peruanos que al saber que las vacunas tenían cierto grado de eficacia para mitigar lo acontecido por el virus, pues resulta que ahora no las hay.

A estas alturas que uno pretende retomar de a poco a la nueva normalidad impuesta por este virus, pues resulta lo contrario porque ya no se sabe sinceramente si al colocarnos la vacuna no sufriremos uno de los 73 efectos adversos que provoca la vacuna china de Sinopharm (sacado de uno de los reportajes compartido de la página de Beto Ortiz). Es más, el temor de perder a un familiar a pesar de haberse vacunado sigue en la cabeza de muchos compatriotas, el cual me incluyo dentro de ellos, digo esto porque hace poco una enfermera loretana se vio afectada al colocárselo, provocando que entre a UCI y luego a su póstuma muerte: así como hay varios casos a nivel nacional, en todo el Perú, que algunos medios no lo dan a conocer, sus razones tendrán, ¿no?

Esta situación de ver una información y luego de ver otra, una dada por el Gobierno Peruano y otra dada por otros medios genera, sinceramente, desconfianza y hace pensar a más de uno la labor del Estado de garantizar y velar por el cuidado de sus habitantes, de aquellos a los que alberga en su territorio. Más aún de los funcionarios que están a cargo de todo este embrollo suscito, el hacer pensar si sinceramente son buenos o no son buenos gobernantes o si la batuta que ostentan no es de sus tallas.