ESCRIBE: Jorge Coaguila
En el Perú, país de escasos compradores y lectores, tan complicado como escribir un libro es publicarlo.
¿Cuál es el precio de un libro? Depende de la cantidad de páginas, del tipo de papel, del formato, de si llevará solapas, de si tendrá fotos a color en interiores, de si es encolado y cosido. A eso hay que añadirle en el presupuesto la corrección y el diseño tanto de interiores como de carátula.
Publicado el libro, hay que presentarlo, promocionarlo, venderlo. Para que comenten la publicación, se envían algunos ejemplares a la prensa. Al final, el precio de venta al público (PVP) resulta de los gastos de impresión (20%), de la ganancia de la editorial (20%), de los derechos de autor (10%), de la distribución (20%) y de la utilidad de la librería (30%).
Una vez que sale de imprenta, la distribuidora deja ejemplares en librerías. Así, la editorial debe esperar semanas después el reporte de lo que se ha vendido y recibir el retorno de su inversión.
¿Algún escritor puede vivir de su obra? Imposible al menos en el Perú. Por ello, debe desempeñarse como profesor, periodista, traductor, corrector de pruebas, promotor cultural.
Si de veras usted quiere vender libros, fíjese en los textos escolares. Hay millones de chicos que necesitan leer. En un interés de beneficiarse de modo escandaloso, de manera ilegal ciertos sellos editoriales acuerdan con algunos colegios exigir determinadas obras a los niños.
En otro plano, muchas editoriales apuestan por populares personajes de la televisión, pese a su pobre calidad literaria. También prefieren escritores con cierto «estatus social», usualmente de la clase media o media alta, para que trate sus problemas, pues son de estos sectores quienes compran.
¿Quiere saber si un libro es exitoso en ventas? Solo basta saber si fue pirateado. Para ciertos autores, es un halago ser difundido así. Ojo que aquí no cuentan los poemarios u obras teatrales, salvo obras clásicas para escolares, como Veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924) o Romeo y Julieta (hacia 1600).
Por otro lado, hay que tomar en cuenta al pirata «legal», a aquel editor que imprime más de lo pactado con el autor. ¿Quién controla cuántos libros salen de la imprenta? ¿Se debe numerar cada ejemplar para evitar la desconfianza? En fin, hay muchos problemas en el negocio de publicar. Aun así, es algo que un escritor no quiere dejar de hacer.