Por Miguel Donayre Pinedo
Hace poco un político alemán conservador de una rutilante carrera, Karl Theodor zu Gutemberg, y ojo derecho de Angela Merkel metió la pata hasta el fondo y no la pudo sacar. Es noble, millonario a igual que su mujer y con gran carisma frente al electorado. Entre su pedigrí contaba que es nieto del creador de la imprenta además de noble. En su tesis doctoral sobre derecho constitucional, que contaba con el asesoramiento de Jurgen Habermas, plagió de una manera flagrante partes que correspondían a otra obra. Cuentan que el doctorado en Alemania le da más glamour a la clase política alemana. Alguien que leyó la tesis se dio cuenta del tremendo gazapo y lo hizo público. Le costó el puesto al nieto de Gutenberg y por estos días será procesado penalmente. Aquí en España el plagio está a la orden del día una periodista plagió varios cuentos y no pasó nada, ella tiene un programa de alto rating. Recuerdo que en Perú ocurrió un caso similar con un intelectual, le pillaron públicamente y se marchó del país. Hoy publica como churros en otro país. Quien plagia una vez puede hacerlo muchas más, mejor cortar por lo sano como el caso alemán.