En una de las calles más concurridas del populoso mercado de Belén,  hay ahora una zapatería al aire libre. En el negocio se puede apreciar calzados de un solo modelo, de un solo color y de diferentes números. El  que atiende es un modesto servidor y ciudadano que vende más que sus competidores debido a sus bajos precios y a la calidad de su mercadería. A estas alturas de su vida se considera un afortunado en el negocio pues, ventajosamente  saca partido de la onda regalona del  alcalde del distrito de  San Juan.

 

La autoridad citada, un buen día, dejó de lado las famosas mochilas escolares que regalaba a manos llenas a estudiantes de ambos sexos y pasó a donar zapatos. Nadie sabe debido a qué impulso, a qué urgencia bodeguera cambió de la noche a la mañana. Pero él  mismo, dejando de lado sus altas funciones consistoriales, y como si se tratara de un empresario del calzado, visitó ciertos centros educativos cargando con sacos llenos de zapatos. No dejó de lanzar sus discursos de ocasión y de tomarse fotografías al por mayor, como si se tratara de actos trascendentes. Como los estudiantes tenían zapatos puestos, pues ninguno estaba descalzo, procedieron luego a vender esas prendas a bajo precio a ese vendedor que pronto armó su propia tienda.

 

Es posible ahora que nadie diga nada al alcalde de San Juan sobre el destino de los zapatos que regala, porque él sigue andando de un lugar a otro llevando más calzados como si los estudiantes carecieran de zapatos. Estos, lógicamente, se alegran con esas visitas, agradecen  los obsequios y pasan después a vender esos calzados en la tienda de Belén. Es importante señalar que hay una corriente de estudiantes que quieren que don Francisco Sanjurjo no solo les regale zapatos,  sino también camisas y pantalones para ampliar sus ventas.