Crónica de hogar

Percy Vílchez Vela

En los arrabales de distintas ciudades amazónicas hay un personaje que asoma todas los días. Es un vendedor de baratijas que muestra una permanente sonrisa mientras ofrece los últimos inventos en el mundo de las mercancías. El vendedor es un antiguo parlamentario que cierta vez fue sacado de patitas de los curules. Desde ese momento el citado dejó de ganar el dineral, perdió las gangas y las gollerías del poder y tuvo que defenderse vendiendo cualquier cosa. En ocasiones aparecía vendiendo huevos, frutas, llevando cajones de productos que ofrecía a buen precio a ciertos clientes. Luego desapareció de circulación y se pensó que había encontrado algún trabajo estable. Pero no. Sucedía que el antiguo congresista buscaba una oportunidad de cimentar un negocio rentable. Esa ocasión se presentó  cuando tomó contacto con un vendedor de baratijas.

Fue así como el gran Kenyi Fujimori, hijo predilecto del ingeniero, postulante descarado a un alto cargo público, hombre regalador y propinero, acabó dedicándose al negocio ambulatorio. En ese oficio recorrió la costa y la sierra antes de emprender una cruzada por los pueblos y aldeas de la selva peruana. Los que le conocen cuentan que en la espesura quiere dejar su huella, Quiere dejar constancia de que él es uno de los vendedores de baratijas más caracterizados. Así es pues  tiene una clientela que le siegue a todas partes. En los peores momentos no deja de pensar en postular a la presidencia de la república del Perú.

De ganar las elecciones presidenciales que se avecinan, Kenyi Fujimori se convertiría en el primer mandatario cachupín, en el primer mandatario salido del comercio ambulatorio. No se descarta que en cualquier momento comenzará su campaña ofreciendo rebajas y gangas, permitiendo el incremento del fiado y realizando sorteos para beneficiar a los más. Esta demás decir que el voto popular pertenece a tan porfiado candidato que en ningún momento ha dejado de soñar con el alto cargo.