El señor José Williams es un varón de conducta contradictoria, de doble cara. En forma constante tan pronto está de acuerdo con una cosa como en franca oposición con esa misma cosa. No se puede confiar en él ya que prácticamente nunca está de acuerdo consigo mismo. Ello comenzó a manifestarse en torno al asunto de la votación congresal para determinar la fecha de las elecciones para que todos los políticos ineptos se vayan a sus casas. De boca para afuera estaba de acuerdo con el exacerbado tenor de la protesta nacional. Pero en su conducta diaria hacía todo lo contrario. Y, al final, se salió con la suya y ahora ningún congresal habla de las elecciones. En ese contexto anodino el referido volvió a mostrar sus dos rostros contradictorios.
Sucedió a raíz del escandaloso bono de más de nueve mil soles a los trabajadores del actual Congreso ilegítimo. En forma increíble el señor Williams declaró que en principio estaba en contra de esa ganga monetaria, de ese regalo pecuniario a unos cuantos, mientras millones de peruanos luchan a diario por sobrevivir. Pero a renglón seguido dijo que estampó su firma para dar pase a ese bono. Es decir, autorizó el pago pese a que no estaba de acuerdo. Y se contradijo como si nada, mostró sus dos caras una vez más, dejando asombrados y perplejos a los peruanos de ambos sexos que con razón quieren que este Congreso cierre sus puertas. Esas dos caras que muestra al mismo tiempo ese ciudadano nos parece más que una conducta patológica una evidencia de oportunismo político.
Lo que ocurre es que el señor Williams sabe que la solidez de su trono es frágil e inestable. Conoce que en cualquier momento la protesta puede estallar, sabe que el poder de los escaños se le puede ir en cualquier momento. Y debido a ello muestra una conducta contradictoria, afirmando y negando al mismo tiempo según el escenario donde se encuentra. Es decir, declara lo que declara para lavarse las manos y tratar de salir bien librado de las críticas inevitables a su pésima gestión. Ahora, pese a que el señor Williams está en contra, se pagará ese bono abusivo que es una discriminación y una afrenta a todo peruano de escasos recursos. El pago se hará realidad gracias a la firma de un líder que se opone a ese pago arbitrario con la plata de los impuestos que todos pagamos al deficiente Estado nacional.
El varón de las dos caras, el hombre de las contradicciones visibles, el ciudadano que está en desacuerdo pero que pone su firma, seguirá en el trono de los curules como una evidencia de la pésima gestión que lleva a cabo. Y lo sorprendente es que nadie, salvo alguna u otra protesta ante esa vergonzante muestra, hará nada para acabar con esa conducta titubeante, oportunista y ofensiva. Y el Congreso seguirá su áspero camino haciendo de las suyas, disfrutando de las gollerías del ejercicio del pequeño poder legislativo, beneficiando a sus auspiciadores y metiendo la pata cada cierto tiempo. Todo ello de espaldas a la población que hace tiempo muestra su desacuerdo.
No sabemos en qué momento y debido a qué circunstancia el señor Williams volverá a mostrar su doble rostro. Es posible que ello ocurra en el instante menos pensado, evidenciando una vez más el grosero e ilegal manejo del poder terrenal y efimero. Ante esta situación no está mal plantear una corrección en el reglamento de funcionamiento del poder congresal. Una autoridad de los escaños no puede seguir pendulando de extremo a extremo, ni debe continuar mostrando evidentes contradiciones que afecta a los demás. La palabra de una autoridad tiene que ser sólida e invulnerable. Todos y todas estamos hasta la corona ante la esquiva y mentirosa conducta vergonzante de los políticos de ayer y de hoy.