ESCRIBE: JORGE NÁJAR, París, Julio de 2025.
Ha llegado el momento de pensar en el compendio o la antología de los aportes literarios de Luis Alberto Vásquez (Moyobamba, 1963) aparecidos en diferentes trincheras.
¿Bajo qué criterios?
El mismo Luis Alberto Vásquez ha contado la circunstancia periodística en la que nació el personaje Mashita Jergón: “… en una madrugada en la redacción de la revista “Pueblo”… allá por los años 90. Nos faltaba una página para cerrar la revista. La experiencia del director… hizo que en una rápida conversación definiéramos una columna política cargada de humor que nació con el nombre de “Habla el pueblo” donde debíamos usar palabras del vocabulario selvático.”
Claro y preciso. El firmante de dicha columna se ocultaría en el pseudónimo que inventaron en la misma circunstancia.
Desde entonces la trocha trazada ha sido larga y bien florida. Antes de llegar a Director Regional de Cultura de San Martín, antes de llegar a la creación literaria -o tal vez en paralelo-, Vásquez había sido redactor de El Diario Marka, La República, Expreso, Página Libre y Cambio, y también columnista en las revistas Imágenes, El Tarapotino, Diario Voces, Diario Ahora y Muyuna. Pero Vásquez también había publicado libros de poesía y cuentos. Entre ellos “Maestra Vida” (1987), “Confesiones bajo la luna” (1992), “La vida continúa” (2000), “Versos para el capitán” (2005), “Un latino en Nueva York” (2007) y “El Mashita Jergón” (2008). Y otros títulos hasta llegar a “Relatos Prohibidos” (Tierra Nueva, 2025) que, en términos de escritura y estilo, para mis gustos, se convierte en la suma y condensación del camino recorrido.
Recordemos que la columna de opinión política firmada por Mashita Jergón tuvo tanto éxito que no pocos le endilgaron ese mote al autor, identificando así al personaje de ficción con su creador.
Pero detengámonos un poco más en su obra por compendiar.
Si pensamos solo en términos narrativos hemos de constatar la existencia de un largo proceso de purificación. Si pensamos con criterios periodísticos nos enfrentamos ante el profundo dilema de su relación con el tiempo y la actualidad. La poesía, padre y madre de la escritura, es una y absoluta, y en su caso se expresa en prosa y en verso.
Así llegamos a la existencia de varios filones.
¿Con qué nos quedamos? ¿Con qué seguimos avanzando? En el escabroso camino de selección hay que tratar de trabajar con los ejes señalados o bien pedirle al autor que, como un James Joyce amazónico, recupere dos o tres personajes de sus crónicas y que crucen toda la obra; que crucen todos los escenarios comunes, no sólo como punto de apoyo para chistes y confesiones. Que con el entramado de sus aventuras y desventuras nos inciten a llegar hasta el fin de la historia.
El narrador Arturo Ríos Ramírez ha expresado que Luis Vásquez recoge con sabiduría el habla, la malicia y la idiosincracia festiva del poblador amazónico. Con un humor muy bien logrado nos conduce al disfrute de sus textos de principio a fin. Me dará la razón -agrega- la Roshita Ishpatera cuando afirmo que nunca como en este libro, un autor supera con creces al personaje de ficción.
Yo también pienso en la necesidad de recuperar al compadre Juan Upashcon, entre otros. Aunque, como ya hemos visto, esos personajes se encuadran dentro del contexto periodístico y la decisión de recurrir a las palabras del vocabulario selvático.
Tanto la Roshita Ihspatera como el compadre Juan Upashcon podrían, para mis gustos, hundirse en sus propias almas y monologar con Dios y con el Diablo. Así, ambos aparecerían pintados en toda su grandeza.
Un monólogo interior masculino y otro femenino que se vaya tejiendo a lo largo de toda la aventura.
Heredero, tal vez, de ese irlandés que de un capítulo a otro de su máxima creación, “Ulises”, está a la búsqueda de las singularidades de sus paisanos dublinenses, también en Vásquez destaca la ambición de llevar al primer plano de toda su creación el alegre realismo de las situaciones cotidianas. La expresión más evidente de lo que acabo de señalar es su libro “Aquí me quedo” (Trazos editores, 2020). En la búsqueda y hallazgo de esos detalles consigue construir el retrato cósmico del hombre y la mujer habitante de las urbes amazónicas.
¿Cómo trascender la trampa del regionalismo naturalista?
He ahí el gran desafío. Sin embargo, hemos de reconocer que ha llegado el momento de llevar a cabo el compendio y selección de toda esta obra o de reciclar todos sus componentes para emprender una gran travesía desde los barrios de Moyobamba hasta el Nueva York de los latinos.
Fotos: Jorge Nájar, autor de este artículo, junto a Luis Vásquez, protagonista del mismo.