El extravío del candidato

Era las 4 de la mañana del 2 de enero del 2014 cuando un conocido  personaje, vestido con overol de mecánico, provisto de lampa, nivelador, carretilla y otros elementos de construcción o albañilería, inició personalmente el levantamiento del antiguo edificio edil que en su pasada gestión había  mandado demoler por los puros camotes.  El señor Salomón Abensur  estaba tan obsesionado con su labor de bien social que no aceptó aporte de arquitecto o ayudante de obra. De sol a sombra, lloviera o no lloviera, hubiera o no feriado largo, se ensañó con la tarea que él mismo se había impuesto. El inconveniente era que aspiraba levantar el mismo edificio  que mandó botar. No una copia, una restauración, sino el mismo local que construyó el señor Palacios.

El levantamiento del edificio sepultado fue la manera un tanto rara como el citado inició su campaña electoral para otro  periodo municipal. En declaraciones a este cronista sostuvo que carecía de financiamiento, que debía hasta al  motocarrista y que no iba a poner publicidad en ninguna parte, ni siquiera un afiche en cualquier poste. Otra era su estrategia para captar votos. El evangélico “por sus obras le conoceréis”,   era su lema de campaña. Su propósito era en realidad recuperar el espacio de la antigua biblioteca para que los libros maltratados por la alcaldesa mayenense,  que se estaban perdiendo en el hotel Palace, regresaran a su lugar de siempre.

La última imagen que  tenemos del citado es aquella donde construye ladrillo por ladrillo ese palacio perdido.  En el presente,  nadie sabe dónde se encuentra ese empecinado constructor. No hay huellas de su presencia en ninguno de los ambientes  de esa laberíntica construcción. El escollo mayor que encontró Abensur fue que carecía de formación de albañil. Desde el principio,  no acertó una y confundía la mezcla de arena y cemento, calculaba mal con la plomada, ponía ladrillos en lugares equivocados y fue levantando un  complejo sin entrada ni salida.