En medio de declaraciones optimistas, de buenos y mejores augurios, de promesas sobre un mejor destino, de regalos de material educativo de parte de algunas autoridades, de ofertas en la compra de útiles escolares, se inició aparentemente el año escolar en este 2015. Era el 9 de marzo cuando las aulas debieron abrirse, pero no se abrieron en algunos lugares. Ese inicio fue entonces todo un montaje publicitario, efectista, que pretendía esconder los males clamorosos que afectan a ese sector.

El espectáculo de personas protestando ante la fachada del local de la Dirección Regional de Educación no es inusual. Los males del sector son tantos que en cualquier momento aparecen los refractarios, reclamando cualquier cosa. El 18 de marzo, 9 días después del inicio oficial de las clases escolares, unas 100 personas procedentes del cercano caserío de Gallito hicieron su plantón con airadas consignas y con carteles expresivos ante la Drel, exigiendo que se iniciaran las clases allí. Los estudiantes de primeria y secundaria no podían acudir a las aulas porque en el centro educativo 60101 no había director. Además, la Drel inconsultamente había clausurado el jardín de ese lugar. ¿De qué inicio de clases escolares se habla entonces con pompa y optimismo?

La protesta indicaba que, ante las narices de Iquitos, el inicio de las clases escolares era un desastre. Ese desastre comenzó antes de la fecha oficial, de ese 9 de marzo. Comenzó cuando hacia el 25 de febrero, 12 días antes del día D, se supo que el colegio Mariano Melgar, ubicado en el asentamiento humano Nuevo Venecia de Punchana, no podía iniciar las clases debido a las deplorables condiciones en que se encontraba: una parte de su cerco perimétrico se había derrumbado, carecía de aulas adecuadas y los servicios higiénicos eran deplorables. Las divisiones de madera criaban polillas y el entablado en cualquier momento se iba a caer. Nadie hacia caso a los representantes de dicho centro educativo que desde hacía tiempo pedían atención a las autoridades. Ese estado de cosas era consecuencia lógica de una ineptitud increíble.

El 5 de marzo, faltando 4 días para el inicio oficial de las clases escolares el señor Jaime Navas, jefe de Defensa Civil de la Municipalidad de Maynas, declaró muy fresco y muy orondo que no habían realizado la inspección de los centros educativos, tal y conforme lo indicaba la ley, porque no tenían inspectores. Como para no creerlo. Esa carencia impidió que identificaran a los colegios en alto riesgo. Es decir, centros educativos que no podían iniciar ninguna jornada educativa debido a sus insalvables deficiencias.   De esa manera Defensa Nacional no podía hacer nada porque carecía de la información pertinente.

Esa falta de inspectores es inadmisible y merecería sanciones ejemplares. Todas las provincias de la región Loreto no presentaron sus informes a tiempo, excepto Ramón Castilla, pese a que Defensa Nacional les había solicitado con antelación, en el mes de enero del 2015. Como consecuencia de ello tenemos el colapso del inicio de las clases escolares. Mejor dicho el desastroso inicio del año escolar se gestó en esa ausencia de información. A ello se suman los males estructurales de la educación regional.

El 18 de marzo del año en curso el centro Educativo Sarita Colonia, ubicado en el distrito de Belén, suspendió sus clases debido a que la creciente había visitado su local. Es inadmisible que ello ocurriera considerando que la inundación es un hecho anual y que bien se pudo anticiparse a sus desmanes. Como para seguir en el desastre se sabe que en Indiana la mayoría de centros educativos todavía no inician sus clases. No hay profesores. ¿De qué comienzo de clases se habla por todos lados?

Los docentes, gremio en permanente conflicto por sus sentidas reivindicaciones, tampoco están conformes con la manera en que se inició el año escolar. Hamer Villena, secretario general del Sutep, ha declarado que el sueldo base de la carrera magisterial debería ser 2,300 nuevos soles. Un maestro descontento, pronto a la protesta, listo a la acción por sus intereses, no es una garantía de un buen desempeño en las aulas. ¿De qué inicio de clases se habla entonces?