En una desaforada comilona que se realizó en todos los rincones de la patria boba, se celebró el alto, desbordado y brutal consumo de un plato popular que tiene un inigualable sabor y que convoca a las papilas gustativas. Nos estamos refiriendo al supremo pollo a la brasa. La cifra indica que los peruanos de ambos sexos tienen una debilidad acusada por el consumo de ese plato. En un año pueden zamparse 100 millones de pollos asados a fuego lento. Es decir, cada súbdito de esa nación, cada comensal desatado, puede tragar más de cuatro pollos en 365 días con sus noches dedicadas al comercio de las variadas asadurías que hay en todas partes. El cuarto de pollo, con su plátano, su papa o su arroz chaufa, es la unidad más pequeña que consume ese hambriento poblador que desde hace tiempo cultiva un afecto desmedido por algunos preparados gastronómicos que inundan la gran patria perulera.
Es impresionante imaginar en un solo lugar y en un solo día a los 100 millones de pollos asándose lentamente, despidiendo ese aroma a carne condimentada. Es, de igual manera, un ejercicio suicida imaginar a los más de 30 millones de peruanos de ambos sexos sentados a la mesa y devorando el suculento pollo a la brasa. En el arte de comer parece que nadie nos gana y es posible que en los próximos años el consumo de ese plato se incremente considerablemente y al final de cualquier año se bata todas las marcas impuestas en otros países. No importa que el pollo a la brasa no sea recomendable debido a la abundancia de grasa y otros factores negativos que perjudican la salud de los pobres consumidores. Lo que cuenta, lo que importa, es darle satisfacción al paladar que ha elegido al pollo a la brasa como el potaje perfecto.
La marca de los cien millones de pollos asados dio la vuelta al mundo y arribó hasta las oficinas de las principales pollerías de toda la tierra. Fue así como entonces se desató la migración de los dueños de esos comercios, los cuales abrieron espacios en cualquier parte para satisfacer la demanda y para incentivar el consumo de ese plato. El país entero se vio invadido por chifas y pollerías que ofrecían el pollo a la brasa, incluyendo el sorprendente octavo de pollo que revolucionó la gastronomía nacional. En el presente, en el Perú de siempre y jamás se consume solo el pollo a la brasa a cualquier hora y en cualquier circunstancia.