Cuando Pro & Contra publicó una nota crítica contra el trabajo del Capitán de Puerto de Iquitos, Guillermo Benites, agregó este párrafo: «Ahora sólo falta que PRO MARINA, esa entidad especializada en cócteles y brindis hipocritones, organice un ágape por el trabajo del mencionado capitán cuando lo primero que deberíamos exigir los ciudadanos es que se esfuerce para que los dueños de embarcaciones tengan unidades que sean aptas para el traslado de gente».

No imaginamos las reacciones hipocritonas de los miembros de algún club de beneficencia, de esos que tan bien describe Ricardo Arjona.

Pro & Contra tuvo acceso a unos textos escritos en el grupo de la entidad aludida. Un poco más y piden que se nos crucifique en la plaza pública. Se refieren a este diario como manda la formación de algunos de sus integrantes: con total ignorancia. No sólo del trabajo periodístico sino del significado de las palabras. Claro, se llega a eso, cuando uno se pasa la vida tratando de acumular dinero y despreciando el conocimiento. Cuando en la vida se ha convertido en un político que está a la espera de elecciones para pasar el sombrero pidiendo plata a los empresarios. Cuando se prioriza la apariencia y no la decencia. Esos personajes deberían leer siquiera uno de los tomos del trabajo de Guillermo Thorndike sobre Miguel Grau y de pasito leer «El año de la barbarie» del mismo autor donde se hace una radiografía de la «alta sociedad» limeña allá por los años de 1932. Allí talvez se verían reflejados.

Lo escrito en este «pasquín» no es una calumnia, menos difamación, es más bien una descripción de lo que son algunas personitas que creen que ser promarinos las vuelve promarina. En fin, que ellos sigan su empeño por aparentar ser lo que no son, es decir filántropos cuando no son más que fenicios. Y que nos dejen la práctica del periodismo porque ellos ni a prácticos llegan.