El baile del cangrejo

El probable baile del cangrejo sería un ritmo con las gentes andando hacia atrás, huyendo hacia la puerta y las ventanas y acabando en el pasado de sus vidas. Nadie podría irse para un costado o para adelante, porque el gasterópodo gusta de irse para la retaguardia. Esa moda ya se ha instalado en la ciudad de los bailódromos desenfrenados. O sea Iquitos de nuestros amores y desencuentros. Mientras el baile del caballo hace furor en tantas partes, sin permiso del equino, la regiduría maynense inventa el nuevo furor de las movidas del esqueleto. Una vuelta al pasado reciente, al ayer deplorable, es que algunos miembros anden en agresiones, en dimes y diretes. Ello acaba de ocurrir entre la señora Efrocina Gonzáles y el señor Manuel Panduro.

El torcido impulso del cangrejo, ese ímpetu de ir para atrás, no es nuevo en nuestra historia. Los tantos políticos de incontables tiendas saben lo que es eso. No pueden mirar hacia adelante, por limitación, por falta de luces, por lo que fuera. El cuerpo de regidores de Maynas de ayer nomás exageró el ataque personal, la agresión verbal. Un litigio de comadres y comadronas parecía entonces la casa consistorial, con el perdón de las mencionadas. Era un espectáculo indigno para una ciudadanía ansiosa de hechos, de obras. Esa conducta no se puede imitar. Pero cangrejistamente, los puyazos han vuelto.

El cangrejo no avanza hacia adelante porque supone que así llegará  más rápido a su destino. Para atrás está su futuro. Una regiduría maynense que se respete, que se haga respetar, tendrá que evitar de entrada y de salida la bronca anterior. Tendrá que aprender a procesar sus opiniones y desdenes y diferencias entre cuatro paredes. En nombre de una ciudad y una provincia que siguen esperando algo o bastante de sus autoridades, es absurdo que imiten a los zevallistas y guimistas, muchos de los cuales se fueron con su orquesta y música a otra parte. ¿Tan difícil es sopesar las diferencias, respetar al otro u otra, arribar a acuerdos mínimos para gobernar mejor?