Por: Gerald Rodríguez. N
En 1980, el escritor norteamericano, hace poco fallecido, Philip Roth, publicó en vida el libro “El oficio: un escritor, sus colegas y sus obras”, (Debolsillo 2001), donde se encuentra el resumen de tres conversaciones que tuvo el autor con una grande la literatura contemporánea, el escritor checoslovaco Milan Kundera, autor de las novelas “La insoportable levedad del ser”, “El libro de la risa y el olvido”, “El libro de los amores ridículos”, “La inmortalidad”, entre otros. La entrevista se dio en Londres, Remes (Francia) y otras en Estados Unidos, en marco de la traducción al inglés del libro “El libro de la risa y el olvido” de Milan Kundera, para ese entonces el último libro del escritor checo. Lo que se rescata de todo este resumen, es el brillante visón que tiene Kundera sobre la Europa de la post guerra, su país, sobre Rusia, y sobre la “Primavera de Praga”, la vida, la muerte y la destrucción del mundo.
Kundera afirma, al ser preguntado, si cree que pronto llegaría la destrucción del mundo: “La idea de que el mundo se precipita hacia su perdición es muy antigua” a lo que luego anota: “Si este miedo lleva desde hace tantísimo tiempo en la mente de los hombres, por algo será”. Esta respuesta muestra en Kundera su alto nivel de percepción de las cosas antes de crear un libro. Él se muestra como el escritor que no está pensando en las visiones de las personas, ni siquiera se preocupa de ellas, ni del tiempo, ni la destrucción, sino que se muestra muy interesado en las cosas que pasa con él mismo como una metáfora de su país, de aquellos conflictos internos como un símil con la guerra en Europa. A Kundera no le interesa la destrucción del mundo, porque es más importante pensar en la destrucción de uno mismo, de su país, de las invasiones que te hacen a tu privacidad.
Cuando le preguntan cómo Kundera se siente en la condición de emigrante, viviendo en Francia, después de haber huido de la invasión rusa, él responde: “Para un escritor, la experiencia de vivir en varios países es una bendición. No se puede entender el mundo sin verlo desde varios lados…” desde esta respuesta, se ve a un Kundera comprometido con la literatura a fondo, que sin importar el lugar donde vive, el escritor debe seguir escribiendo porque es su única forma de vivir. Luego afirma: “Rabelais es el escritor que yo más quiero entre todos los escritores. Y Diderot. Jacques el fatalista (N. de la R.: de Diderot) me gusta tanto como Lawrence Sterne. Son los mayores experimentos en forma de novela que se han hecho nunca. Y son experimentos, por así decirlo, divertidos, gozosos, llenos de alegría; algo que hoy en día ya no existe en la literatura francesa y sin lo cual todo pierde significación, en el campo del arte. Sterne y Diderot conciben la novela como un gran juego”. Desde sus gustos literarios, uno puede definir a Kundera como ese artífice moderno de una nueva novela, ya vista desde “La insoportable levedad del ser”, Kundera renueva la novela como ese gran juego de la que nunca se pudo separar, como ese gran juego de “El Ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha”, “Vida y opiniones del caballero Tristram Shandy”, “Gargantúa y Pantagruel”. Kundera defiende ese juego en cada uno de sus libros, ese juego no inocente que abre el raciocinio de sus lectores y los crea rebeldes después.
Kundera seguirá siendo uno de esos pocos escritores que prefieren no hablar del amor, cuando hay otros temas por encima de esa necesidad morbosa que los lectores siempre buscan, para hablar de lo insoportable que puede ser la vida, la invasión, la destrucción, uno mismo, o inclusive la persona que te entrevista y que no sabe qué preguntar, cuando solo él quiere hablar del amor, hasta en sus novelas.