Pevas: arte para entender el sentido de la cosmovisión amazónica (II)

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La tradición del clan aymenu, de origen huitoto, originario de La Chorrera, ubicado actualmente en los territorios de Colombia, es uno de los que ha generado mayor influencia e interés en Pevas, distrito de la provincia de Maynas, en el departamento de Loreto, ocho horas de distancia por río desde Iquitos.

Uno de los pilares del distrito es Pucaurquillo, pequeña localidad ubicada en el distrito de Pevas, fundada en 1932. Se ubica entre los ríos Amazonas  y Ampiyacu.  La belleza del lugar aquieta y reclama un lugar entre los sitios más bellos del planeta, sin ninguna duda. Sus habitantes no deben llegar al millar, y la migración en estos tiempos se ha acelerado considerablemente. 

A Pucaurquillo han llegado los últimos éxitos del grupo Explosión, pero no la telefonía móvil. Las comunicaciones se realizan por radiofonía y para ubicar a alguien desde fuera se tiene que llamar al centro comunitario. Sus habitantes son de origen huitoto murui y bora, separados antaño por una cancha de fútbol, juntos y convivientes. Hay que hacer la salvedad de que “puca” significa rojo en quechua y alude a la tinta roja que se consigue en los gredales de las riberas.

 El quechua fue un idioma asimilado por las etnias cuando, a finales de los años treinta del siglo XX, más de un millar de boras, huitotos y ocainas huyeron del Putumayo, debido al intenso y lamentable conflicto limítrofe entre Perú y Colombia. Todos ellos se asentaron en el río Ampiyacu. Desde entonces, se han generando tradiciones  duraderas, que tienen origen ancestral, con otras, que se han ido asimilando y convirtiendo en práctica común. Uno de ellos es el uso mágico, cotidiano, visionógeno, reflexivo del ampiri.

El otro es el ejercicio de la pintura.

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El pintor bora Víctor Churay Roque (o Ivá Wajyámu, su nombre tradicional que significa ‘Guacamayo emplumado’), nacido en 1972,  era uno de los llamados a conseguir la mayor cantidad de lauros para el arte indígena hecho en Pevas. “Era”, digo, porque Churay ya no está en el mundo físico. Un extraño suceso, en abril del 2002, nos privó de su compañía. Aún ahora, los hechos que rodearon su muerte se encuentran plagados de piezas que no encajan y controversia.

Churay fue uno de los primeros artistas de Pevas en ser conocidos y reconocidos. Fue uno de los discípulos predilectos del historiador Pablo Macera y su obra, rápidamente expuesta, logro impacto desde dos vías: la antropológica (por todos los mitos, tradiciones y costumbres de su pueblo expuestos) y en el espacio meramente estético, pues logró abrir una nueva vertiente en el arte popular general nacional, no urbano, no kitsch, no sensacional (como se le había intentado rotular a las manifestaciones pictóricas amazónicas de ese entonces).

Conforme lograba agarrar el ritmo de su obra, fue escapando de la temática costumbrista y adentrándose en un fresco social, donde primaron las denuncias contra la explotación, la contaminación ambiental, la discriminación que sufrieron los pueblos originarios, así como su denuncia puntual e implacable del genocidio indígena durante el apogeo de la explotación cauchera en la Amazonía. Churay era muy idealista, además de ser uno de los líderes más importantes de su comunidad.

El documental “Buscando el Azul”, del realizador Fernando Valdivia, lo convirtió en una leyenda, especialmente después de su fallecimiento. El trabajo, ganador del premio de la Fundación Rigoberta Menchú en el «Voces contra el silencio», narra su capacidad artística, sus luchas personales y colectivas, así como su obsesión por experimentar con los tintes naturales, especialmente la búsqueda de la tonalidad azulina, imposible de lograr en la Amazonía mediante técnicas naturales.

Churay experimentó desde pequeño con la técnica artística, y fue transitando muchos caminos hasta lograr sus primeras exposiciones. Como muchos de los talentos de origen indígena, expresó de modo espontáneo la cosmovisión de su estirpe, contó los problemas y gritó las monstruosidades que – desde su propio punto de vista – padecieron sus cercanos.

El recuerdo de Churay aún es vívido hoy en Pevas. Es  una suerte de inspiración para las generaciones artísticas de la zona.

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Hace poco, se presentó “Rafué, Padre del Conocimiento”, exposición conjunta de Rember con su padre, Santiago Yahuarcani, quien además de pintor es también un muy exquisito tallador. En ella se pudieron representar las relaciones primordiales entre los seres -visibles y no visibles- que conforman el universo huitoto

Santiago Yahuarcani vive en Pevas, a orillas del Ampiyacu. Ha sido delegado del INC Loreto por mucho tiempo. Su pintura es un fresco de la cosmovisión de su pueblo, en la que habitan poderosos seres que representan universos alternos, en exacta y perfecta conjunción con los hombres. Es uno de los más importantes representantes del arte indígena local.

Otros destacados representantes del arte indígena de Pevas son, además de la familia Churay (entre ellos el hermano de Víctor, – Juan Churay Roque – y su hijo Víctor Churay Flores), el huitoto murui Percy Díaz. En el camino se empiezan a sentir paso de la irrupción de nuevos representantes, aún más jóvenes y talentosos.

2 COMENTARIOS

  1. Amigo, quisiera recibir tus opiniones sobre tus afirmaciones de si el origen de las culturas amazóniacs de la selva son simplemente productos de aculturaciones quechuas o existió una cultura propia o hasta una aparición propia de una raza que por sus caracteristicas biomorfológicas no se asemejan a las culturas andinas, mas alla del idioma y tambien si hay un sitio para quedarse en una visita a Pucaurquillo.

    Saludos

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