El Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares de EE. UU. específica a los culpables del deterioro neuronal:
-Comida chatarra. Seguir una dieta alta en grasas también bloquea los vasos sanguíneos del cerebro y limita el suministro vital de sangre y de oxígeno, lo que acaba por destruir las neuronas.
-Deshidratación. La deshidratación leve ocurre al cabo de 4 horas. En ese periodo se produce un desbarajuste en el organismo. De hecho, el cerebro trabaja de manera excesiva a fines de que las células logren rehidratarse. Como resultado, un edema cerebral (o inflamación del cerebro) puede provocar la ruptura o la contracción de este órgano vital.
-Estrés severo. La exposición continua a niveles elevados de cortisol (la hormona del estrés) desencadena una serie de procesos biológicos muy dañinos. Según un grupo de neurólogos de la Universidad de California, en Berkeley, dicha exposición excesiva acaba con las células cerebrales y perjudica la función cognitiva. Muchos jóvenes que se encuentran bajo mucha tensión son más propensos a desarrollar trastornos de ansiedad, cambios bruscos de humor, esquizofrenia y trastorno por estrés postraumático (TEPT) años más tarde.
-Falta de sueño. La National Sleep Foundation (NSF) vincula la privación del sueño con el deterioro del locus cerúleo, la región cerebral que se encarga de producir energía. Una vez que las neuronas desaparecen, tanto el hipocampo (responsable del almacenamiento de la memoria explícita) como la corteza cerebral (a cargo de la atención, de la conciencia perceptiva, del pensamiento y de la conciencia) se encogen y algunas funciones cognitivas como la memoria, la concentración y la habilidad para tomar decisiones comienzan a fallar.
-Fumar. Ciertos compuestos en el tabaco hacen que los glóbulos blancos ataquen a las células saludables. Las células inmunitarias atacan por error a las neuronas sanas y generan daño neurológico.