Come rico, come amazónico

Dicen que comer es algo más que una necesidad. La gente cada vez usa menos el verbo “alimentar” cuando asocia a la comida. Es más un pasatiempo. Es mucho más un placer, aderezado con el mejor pisco y el café más rico de la selva central.

Comer en estos tiempos se ha convertido en el nuevo deporte nacional.Comer rico, con estilo, en un ambiente pletórico de detalles y engreimientos, es el gran tema que obsesiona a los emprendedores. El sueño del restaurante propio y hacerla fuera de nuestros reinos con algunas sucursales fichas en los barrios más legendarios del nuevo y el viejo mundo.

Ahora hay diversas variedades y diversos espacios y creadores que apuestan por la fusión. Por la elegancia, por la explosión de sabores, por el color, por el aroma y, claro está, por la ilusión.

Y por eso es difícil olvidar un lugar, sean de ají charapita, de emoliente, de raspadilla o de tamales, sea de finas hierbas o embriagadores de culantro y perejil. En Iquitos también se come rico, y se come bien, aunque se podría degustar mucho mejor si nos diéramos cuenta del extraordinario potencial que el tema convoca. Así como en este aspecto, no hay duda que estamos en la meta correcta.

Porque, como en ningún espacio, puede encontrarse lugares tan finos e interesantes como Al frío y al fuego, Fitzcarraldo, El Gran Maloca o lugares tan clásicos y tradicionales como el recordado Exclusivo de la maestra cocinera Chelita Alarcón. Y porque aquí se comen pescados tan interesantes como en el Coma y punto, El Mijano, El Bucanero o La Isla y se cuenta con un restaurant de comida china tan insuperable como el Long Fung. Y existen lugares de comida deliciosa como el Blanquita y el Zorrito, llenas de encanto y sabor amazónico, y heladerías como La Favorita o La Muyuna que te ofrecen copas de sabores regionales. Y todavía se comen deliciosos desayunos en el Mercado Central, un tacacho al paso por la calle Ricardo Palma y el señor que vende sus barquillos con pasta de aguaje en la esquina de Brasil con Próspero sigue vigente. Y porque siempre es un gusto ir al Beverly a comer anticuchos como si en Iquitos no  hubiera pasado el tiempo desde hace por lo menos dos décadas. O también un pescadito asado en Bellavista. Y, claro el caldo de gallina con especias nativas en la Alfonso Ugarte y  Ari´s de paiche en, claro está, el Ari´s Burger, o la torta tres leches del Norma mía.

La Amazonía está destinada a ser, según las estadísticas, el segundo destino gastronómico del Perú.

Cocinar es un ejemplo de suprema solidaridad. Acto generoso que enaltece a quien lo asume, batalla cotidiana que se concentra en un espacio, entre fuegos y olores, con las armas que permite el tanteo, la finta, la nostalgia y la creatividad al cien por ciento. Comer es un placer insustituible, que se agudiza cuando el platillo encuentra su perfección, su exactitud, cuando genera esa explosión que cambia un poquito tu vida, aunque sea un ratito, un festival en tu paladar.