Columna: PROHIBIDO ARRUGAR

 

Cuando la jueza Susana Coronado le preguntó a Rafo León si apelaría la sentencia, el columnista de Caretas le respondió: “Yo vivo en un país democrático, usted parece vivir en una isla antidemocrática (…) creo que es el fin de su carrera, claro que apeló”. Su indignación no era para menos, la jueza lo había sentenciado a doce meses de “comportamiento adecuado” y al pago de 6 mil soles de reparación civil a favor de Martha Meier, ex editora de El Comercio, quien lo denunció por difamación y misoginia. La sentencia contra León, no hace más que desnudar la precariedad del sistema de justicia, donde la interpretación de un magistrado –sobre un determinado caso- es suficiente para mandar a alguien a la cárcel, sin que de por medio hayan argumentos convincentes. Dejando en evidencia que en el Perú existe la absurda tendencia de penalizar las opiniones, ultrajando la libertad de expresión y la libertad de prensa. Todo empezó el 2014, cuando León ojeaba los periódicos nacionales. En el decano de la prensa, Rafo halló un texto que llamó su atención, titulado: “El síndrome de Susy”. En él, Meier criticaba de forma sarcástica a la ex alcaldesa de Lima, Susana Villarán, quien postulaba a la reelección. Aquí algunos extractos: “Nada es su culpa ni la de su club de ineptos franeleros, perdón, ‘chalineros’. La señora bien podría pasar a la historia por ser víctima de un nuevo y desconocido trastorno de personalidad: el “síndrome de Susy”. Los afectados por el “síndrome de Susy”, como nuestra alcaldesa, dicen “no” cuando en realidad quieren decir “sí”. ¿Ejemplo?: “No voy a postular para una reelección”, dijo, pero terminó haciéndolo (…). Entre otras cosas, Meier tildó a la gestión de Villarán como la “más patética que ha padecido la capital”. Tiempo después, Rafo León escribió una columna de “opinión” en la revista Caretas, titulada: “¿Qué hacemos con la primita?”, donde sostenía que el editorial de Martha era una “retahíla de ironías de baja estofa y de insultos mal barajados”, haciendo hincapié en que un periódico de 175 años no podía estar al nivel de un tabloide como La Chuchi o el Tío, redondeando todo con una sutil frase: “yo estoy seguro de que las cabezas del diario, hoy, lo que más quieren es zafarse de la primita insurrecta que tanto impacto negativo viene causando desde que tomó el cargo”. Bajo estos argumentos, y en el Día de la Libertad de Prensa, la jueza del 42° Juzgado Penal de Lima sentenció a Rafo León a “abstenerse de opinar”, porque si no, la sentencia podría ser mayor, desconociendo la jurisprudencia interamericana y los principios sobre la libertad de opinión. Algo que ha despertado la indignación de varios colegas y de organizaciones de prensa. Coincidentemente, el mismo Día de la Libertad de Prensa, a César Hildebrandt le cancelaban el contrato de impresión de su semanario “Hildebrandt en sus Trece”. Días antes, el semanario daba a conocer una información sobre dos lujosos departamentos en Miami del congresista Joaquín Ramírez de Fuerza Popular, por un monto superior a los dos millones de dólares, propiedades que no consignó en su declaración jurada como padre de la patria. Ramírez es el secretario general de Fuerza Popular, y su tío, es el dueño de la empresa donde se imprimía el semanario “Hildebrandt en sus Trece”, algo que César ha calificado como “la advertencia de lo que podría suceder si el fujimorismo llega al poder”. La libertad de expresión y la libertad de prensa, están sujetas a la opinión de determinados hechos, siempre y cuando estos no contravengan el respeto individual. Utilizar el sarcasmo y la ironía como recursos para hacer más agradable una publicación, es algo que se practica desde hace décadas, y que lamentablemente, en el Perú, algunos “limitados mentales” parecen no entender. ¡Viva la Libertad de Prensa!

2 COMENTARIOS

  1. La libertad de prensa no debe entenderse como el libertinaje de algunos periodistas para despotricar contra medio mundo. Aquí estamos hablando de dos publicaciones -con igual dosis de sorna-, uno de Meier y otro de León. El detalle es que Meier se sintió difamada por un texto inofensivo de Rafo, lo mismo hubiera pensado cuando escribió su editorial contra Villarán. Lo gracioso de todo es que ni siquiera es un delito, solo dos periodistas escribiendo de la manera más sutil posible. Los periodistas que afirman hechos sin fundamentos, esos si deben ser juzgados.

  2. Quien escribe esta columna al parecer es de la idea que como tiene la pluma o el micrófono, pueden escribir y decir lo que le viene en gana, sin importar el honor y la honra de las personas. Son del grupo que opinan que estos delitos deben juzgarse en el fuero civil. No señores, deben atenderse en el fuero penal para que haya un solución inmediata.

    Cuando el dictamen del juez les favorece, loas a ellos, pero si es en contra, el juez no es capaz, no conoce la legislación. En resumen, pretenden hacernos creer que los periodistas son seres especiales y que sus opiniones no deben ser penalizados. Sin embargo, a diario y en todo el país encontramos periodistas que pretenden ser dueños de la verdad.

    Ustedes conocen a Manuel Rozas, hoy está en radio Exitosa, cada cosa que dice, que si yo fuera la dueña del medio la invitaría a que se retire por decir lo menos. En ese grupo están también David Flores y Rubén Sánchez. Otro en esa línea es Nicolás Lúcar, que basta que se enamore de alguien y le hace campaña gratuita, así sucedió con Julio Guzman (Candidato); ahora lo está haciendo con PPK, pero no es gratis, este tiene la costumbre de cobrar.

Los comentarios están cerrados.