Por más que los alcaldes se empeñen en emitir comunicados, lanzar declaraciones altisonantes y afirmar una serie de cosas lo cierto es que el cuarteto de autoridades que tenemos en Iquitos y los distritos más cercanos deben admitir que en una de sus principales deberes han fracasado: el mantener limpia la ciudad.
El distrito de Belén es un sector donde la suciedad convive con los comerciantes que venden los productos y los mercados que tiene son viveros terribles de roedores que transmiten las peores enfermedades. Las tres gestiones –Lozano, Vela y Flores- poco han hecho para limpiar las calles. Incluso uno que otro se ha empeñado en colocar letreros majaderos con la afirmación: Belén distrito limpio y ecológico. En el distrito de San Juan sucede algo parecido. Más allá de una plaza principal moderna y bien cuidada el sur de la ciudad de Iquitos muestra un ambiente deplorable para la salud pública. En Punchana la situación es más pública y notoria. Pues a la suciedad que reyna en el distrito se debe añadir que las paredes también se ensuciaron con pintas que despotricaban del empresario encargado del recojo de basura y, por extensión, aparecieron pintas contra el alcalde con afirmaciones que tienen que ver con su intención reeleccionista más que con su capacidad de mejorar el ornato público. En la jurisdicción de Maynas la basura ha invadido la ciudad capital y no se ha elaborado un plan adecuado para mantenerla limpia.
Todo este panorama se presenta en medio de un lío contractual entre la monopólica empresa que debería brindar un buen servicio y las municipalidades. Según entendidos la solución es demasiado fácil para el sentido común. Pero ya sabemos que las personas que llegan al puesto de autoridades no es común que usen el sentido porque se complican entre favoritismos y compadrazgos evidentes y que se reciclan de autoridad en autoridad. Con el presupuesto que se destina al servicio de recojo de basura es por demás suficiente para mantener limpia la jurisdicción. Bastaría con un sistema de supervisión idóneo para obligar a la empresa a cumplir con el contrato. ¿Por qué no se hace eso? Muchas versiones corren bajo los montículos de basura. Desde que las autoridades se hacen de la vista gorda hasta que los candidatos a sucederle están financiados por quienes reciben gran parte del presupuesto. Versiones que sólo tienen difusión en la chismografía a la que es tan propensa la política.
¿Por qué los ciudadanos no pasamos de la protesta a la acción en forma respetuosa? Por ejemplo, en Ica el presidente de la Beneficencia Pública, Gustavo Huerta Escate, dejó varias bolsas de basura en la puerta del despacho del alcalde de Ica, como protesta por el deficiente servicio de recojo de desechos. Se le acusó de una pose electoral. Puede que sea cierto. Pero no se podrá negar que ante un servicio deficiente los pobladores tenemos el derecho a la protesta. Sin violencia, es verdad. Sin enfrentamiento, por supuesto. Pero ya basta de tanta palabrería y hagamos algo para que las autoridades y empresarios cumplan con los deberes que tienen y por el que reciben un pago mensual. Los primeros como remuneración por el trabajo y los segundos como retribución por el servicio que prestan.