Luego de la aceptación de la renuncia del ahora inefable y resguardado ex presidente Pedro Pablo Kuczynski (PPK) no ha pasado nada grave y está bien que así sea. Más allá de la decadencia de nuestros representantes en el Congreso de la República y el descrédito en general de la clase política, la población no tuvo mayor sobresalto, más conmoción provocó la salida al mercado de los álbumes del mundial.

Una primera lectura podría concluir que la gente es naturalmente apática para pronunciarse y menos activamente sobre la política peruana. Que poco o nada le interesa que un político posiblemente corrupto se vaya sin críticas y aplausos más allá de la que existen en redes sociales y uno que otro colectivo juvenil, pero otra lectura, aquella que está en los mercados y el movimiento económico, señala que aquí no ha pasado nada.

Se va un presidente y entra otro que va ser lo mismo se advierte, es más, desde su propia bancada le señalan que tiene que seguir la ruta que llevó a PPK a la presidencia, claro le dicen esto los derrotados dentro del club de amigos del ex presidente. Pero en realidad si hay tiempo para hacer la diferencia y eso, parece, que lo sabe Martín Vizcarra y por ello el trabajo político que hizo anteladamente su amigo César Villanueva el hoy premier.

En términos económicos y a raíz de las designaciones ministeriales de hecho se nota que lo técnico prevalecerá sobre lo que ya existe. Los mismos indicadores económicos el mismo día de la renuncia de PPK como la baja del dólar y la suba en la Bolsa de Valores de Lima, podrían haber animado a Vizcarra a conformar un esquema práctico entre sus ministros. Para qué hacerse problemas en un aspecto que reclama cierta oposición pero que no es el perfil ni conoce el actual presidente.

Lo bueno de todo en este panorama actual es que la sensibilidad que ha generado el caso Lava jato los mantiene alertas al menos para no darle excusas a la oposición fujimorista y emprender una cacería por el ex gobernador de Moquegua. Seguir esos preceptos económicos y capeando lo político en lo que vendrá, será el oxígeno que requiere para sobrevivir tres años. Y hacerse de un espacio político de centro que parece desierto en los últimos años en la política peruana.

Martin Vizcarra no hará grandes transformaciones porque desde su experiencia y sus antecedentes se conoce cuál es la ruta de su personalidad y su actual debilidad. Y para sostenerse airoso las provincias serán seguramente sus aliados naturales por lo cual se augura que las regiones y provincias tendrán un trato preferencial en base a criterios técnicos. Tal vez sea lo mejor, pues ahí en el bolsillo y los servicios que se requiere mejorar en estos lugares está la clave de generarse un caudal que lo catapulte al 2026.

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