La invasión de los pisos turísticos ha desbordado la zona del Olmo. De la noche a la mañana aparecieron cadenas de firmas comerciales donde lo que más abundan son productos de consumo para ese perfil de persona que está de paso por la ciudad y de bajo coste. Como dije en una crónica, no nos dimos cuenta hasta tenerlos en nuestro edificio. Están enquistados. Los miro fungiendo de voyeur. Observo cómo llegan y anoto, con cierta solemnidad, en una libreta de apuntes. Borroneo algunos dibujos de sus maletas. Tengo cientos de folios de observaciones no participantes. Hay entre estos bípedos los más viajados y los menos. Los menos traen inmensas maletas para dos días. Son los más gritones y sí son nativos más- siempre digo que tienen sordera metafísica, no se escuchan y por eso deben vociferar. En esto de los viajeros no hay nacionalidades, ser paleto es universal y no nos salvamos. También hay aquellos de los que no pueden entrar al piso y tienen que llamar a los encargados porque no tienen pajolera idea como se abre la puerta (cada país tiene sus propios trucos). Puedes verlos en el rellano con cara de desesperación y mirando al cielo a ver si les cae un mensaje divino. Los que los alquilan son empresas que lo tienen todo montado bajo la idea retorcidamente utilitarista, cuando más gano mejor a costa de los demás. Cuanto más externalizan costes, mejor para ellos. En verdad, son unos impresentables y merecen todos los insultos de mayor calibre porque han abandonado las normas mínimas de civismo y buena convivencia. Son de la peor calaña de personas y de mal talante. Entre los visitantes de paso hay también jóvenes o parejas que llegan aunque no los veo se dejan sentir por el olor a porro que recorre toda la finca y sin horario. Puede ser muy temprano o a lo largo del día o de la noche. Ellas y ellos entregados a los placeres dionisiacos. Aunque también tengo algunos guiris que son mis preferidos, los viejitos anglosajones. Casi no hacen ni ruido. No se dejan ver y apenas murmullan. Están como si no hubiera nadie y no tienen modales zafios. Mientras tanto sigo escribiendo y observando a este nuevo espécimen de fauna urbana.

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