La campaña de donación para recuperar los 500 soles que inescrupulosos y forajidos ateos se chumaron de la iglesia El evangelio eterno, resultó un clamoroso fracaso. Los óvolos voluntarios brillaron por su ausencia entre los candidatos que en coro se quejaron de que no tenían ni dinero, ni plata, ni recursos, ni liquidez, ni nada que se le pareciera. En una movida insólita, muchos de esos aspirantes al poder provinciano mendigaron, lata en mano, una cuota entre los asombrados fieles. Lata en mano, como si se tratara del estallido de la miseria total, siguieron implorando una limosna por el amor del Señor. Lo curioso era que sus gastos en publicidad, caldos, desayunos, encuentros y otros pagos, era exorbitante.
Pero los candidatos de ambos sexos se posesionaron de las esquinas, las aglomeraciones, los concurridos puertos y, lata en mano, siguieron insistiendo en que eran pobres, en que nadie les financiaba. La entidad encargada de velar por el proceso electoral tuvo que apoyarles en la impresión de afiches en blanco y negro. Además, dejó de investigar sobre los fondos de campaña que era evidente no contenía ni un triste ochavo. La ciudadanía cuestionó el sistema político nacional que condenaba a la pobreza a los candidatos. Era una estafa que tenía que terminar. Así fue como el asunto de las urnas se suspendió para siempre.
Es por ello que el año del 2014 queda como un momento crucial de la historia regional. Debido a la pobreza y otros factores no existe ni alcaldía ni gobierno regional en ninguna parte de la hoya selvática. Los moradores de esa zona remota viven a sus anchas, sin hacerse paltas por vivir aferrados a esas ubres desaparecidas. El comercio es la mayor actividad. Cada quien es responsable de su propia basura. Cuando tienen algún problema, no se hacen roches y contratan a un árbitro de fútbol, del extranjero, para que suelte su veredicto.