Acelerar para frenar  el descontento

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Una de las mayores críticas que recibió la ex ministra de Educación Patricia Salas O´Brien es la lentitud en el cargo para llevar adelante las reformas que su sector estaba implementando. Como académica y procedente de canteras caviares, Patricia Salas pensó que estas reformas necesariamente deberían pasar por un diálogo o al menos la socialización de las leyes y decretos que impulsaban la Ley de Reforma Magisterial.

Vencido el Sutep desde el gobierno anterior, el Ministerio tuvo el camino limpio para que estas normas que intentan la mejora de la educación ya se sintieran a esta altura del gobierno. A pesar que la ley demoró en el Congreso más de lo necesario y los parlamentarios no la apoyaron como debieron, aun así, su implementación no genera aún los frutos y ya las protestas sociales en este sector o, en todo caso, el descontento y la incertidumbre sobre estos supuestos beneficios (al menos económicos) ya se dejan sentir en el magisterio.

Esto es peligroso pues a pesar que el sindicato ha sido desaparecido a la mínima expresión, estas idas y venidas en cuanto a las demoras o la postergación del examen de directores por “problemas técnicos” hacen rearmar sus fuerzas tildando al proceso de manipulador o encubridor del clientelaje político, aunque este siempre es su discurso político, estas acciones desconcertadas y retrasos, caen como anillo al dedo a su estrategia.

Por eso la ministra tuvo que salir y con ella la burocracia en el sector. Este nuevo ministro tiene como ventaja conocer el tema administrativo y económico pero no tanto el pedagógico, de ahí que sus decisiones seguramente respondan a obtener resultados en el corto plazo antes que concertar o intentar, por ejemplo, implementar medidas que apunten a la capacitación, o tareas ya avanzadas en nuevos modelos como las denominadas Rutas de Aprendizaje o el Marco del Buen Desempeño, documentos donde se había detenido en exceso la anterior ministra.

Jaime Saavedra por este motivo se estima que también tenga corta vida ministerial, es más se asume que existirá en esta cartera hasta que termine el concurso de directores y los exámenes de ascenso para cientos de miles de maestros provenientes de la antigua ley del profesorado que aspiran con ansias este proceso para convencerse que hay reformas efectivas que dignifique a todos o en todo caso convencerse que lamentablemente el sindicato tenía la razón y agruparse nuevamente en el gremio. O en todo caso vivirá hasta que el ministro Castilla exista en Economía.

Para este motivo e, independientemente de las decisiones técnicas que trae este nuevo ministro, es necesario, al menos en la primera etapa de este examen de ascensos que la pirámide de oportunidades laborales se amplié de manera significativa.

 Es decir, que se ascienda a un buen grupo con buenas herramientas de evaluación a los que realmente lo merezcan porque tampoco se trata de abrir las puertas de los ascensos por abrir sino orientados antes que por los años de experiencia por los logros que obtuvo ese docente y que por temor u otras circunstancias postergó su evaluación para incorporarse a las nuevas leyes y con ello percibir mejores sueldos, algo de lo que miles ahora se lamentan.

Si esto sucede, es decir se forma un embudo muy riguroso donde sólo los exquisitos pasen (ya sabemos que una cosa son los conocimientos en los maestros y otra la forma de aplicarlos. “Los gallos se ven en la cancha” y este criterio debiera estar en la evaluación), entonces se estará perdiendo una excelente oportunidad de convencer a los maestros para que acepten las nuevas leyes y dispositivos que los reforman. Ahí empezarán las movilizaciones, paros y lo peor el desánimo en el magisterio y claro ahí saldrá este ministro y pondrán otro que tarde en promover consensos, apacigüe las aguas y hasta que eso suceda el gobierno ya estará de salida y la oportunidad perdida.

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