Acá (en Iquitos) no se usa

ESCRIBE: Alberto Chirif

Para ser exacto, la frase del primer regidor de la provincia de Maynas, Guimas Gadea, publicada hace pocos días en una entrevista que le hiciera el diario La Región, fue: “Yo no estoy de acuerdo en usar casco en Iquitos”. Sustentó su opinión refiriéndose a un “grave accidente” (según sus palabras) en el que un camión le pasó “la llanta por la barriga” (de alguien que él no precisa), y por esto “no murieron (nos enteramos así que los arrollados fueron varios) por no usar casco”. No está de acuerdo, pues, porque si te va a pasar una llanta por la barriga, ¿para qué usar casco? No propone nada alternativo, por ejemplo, usar armadura o, tal vez, algo más común en los países que se precian de serlo, como sancionar a los borrachos (los arrollados por el camión lo estaban, según lo afirmó el regidor) con penas duras, que pueden ir desde su inhabilitación para conducir (temporal o permanentemente, si se tratase de reincidentes) o incluso cárcel porque, según entiendo, la intoxicación por alcohol (u otra sustancia) ya no es considerada como un atenuante sino, por el contrario, como un agravante. Y es lógico que así sea, porque uno toma la decisión de emborracharse sabiendo que tiene que manejar un vehículo cuando está sano, por decirlo de alguna manera, cuando está lúcido, es decir, al menos no embotado por el trago.

El regidor reproduce así la lógica, llamémosle los decires, de algunos periodistas, según los cuales el uso del caso en la región no procede porque hace mucho calor, y que, de hacerlo, esto afectará su cabeza, su cerebro. Sin embargo, al parecer el cerebro de estos dicharacheros ya deben haber estado afectados, dañados de antemano, porque la medida (uso del casco) es norma en países con climas similares o incluso más calientes que el de Iquitos. Allí están las ciudades brasileñas, no sólo las amazónicas (Río Branco, Macapá, Manaos, Belém do Pará y otras) sino también las costeras (Recife, Fortaleza, Río de Janeiro). Allí están también ciudades de Argentina, incluyendo Buenos Aires y otras, donde la temperatura supera en verano los 40º C, o para referirnos a una realidad más cercana, Guayaquil, en Ecuador, y Santa Cruz de la Sierra y Trinidad, en Bolivia; y acercándonos más, Puerto Maldonado, en el mismo Perú, donde ni un solo motociclista conduce sin la protección del caso.

Pero el casco no es lo único que acá (en Iquitos) no se usa, o con lo que no se está de acuerdo. No se usa, por ejemplo, que los vehículos vayan en la dirección establecida por el tránsito. Las más de las veces, se va en contra de esa dirección, a contramano o contra el tráfico, como se le llama también a esta conocida práctica. No se usa, porque no se está de acuerdo, conducir por la derecha. Si todos nos pusiéramos de acuerdo, autoridades incluidas, se podría conducir por la izquierda, como en Gran Bretaña, Japón y Australia. Esto ya sería un gran adelanto, pero seguramente si así se determinase, entonces la gente muy probablemente conduciría por la derecha o por el centro o por cualquier lado. Digamos, más o menos como ahora, cuando la gente tiene también criterios amplios de elección. No se usa tampoco no estacionarse en zonas rígidas, que no existen más que de nombre, salvo que se trate del frente de la casa de algunos de los generales que habitan en esta ciudad, y a menos que se trate del auto de alguno de ellos, o de la policía que, más democráticamente, no requiere haber alcanzado grado tan alto para estacionarse donde lo crea conveniente, incluyendo la doble fila. Tampoco se usa por desacuerdo detenerse cuando la luz está en rojo o partir cuando se pone en verde. Basta con intuir, sospechar, que ya va a poner en verde (no pasa lo mismo cuando el cambio va a ser al rojo) para que los vehículos partan, lo que ha hecho que atravesar un cruce se convierta en una especie de ruleta rusa sin armas ni eventuales detonaciones, sólo con el estrépito que causa el que un bus, combi, motocarro u otra de estas armas, se cargue a un transeúnte, a otro motociclista o a cualquier cuerpo sólido que se le ponga por delante.

¡Hay tantas cosas que no se usan en esta ciudad, tantas con las que no se está de acuerdo, que sería largo enumerarlas! Por ejemplo, la Municipalidad no está de acuerdo en que las pistas estén en buen estado y sin huecos, aunque, según lo observado, sí está de acuerdo con los huecos, tantos y tan continuos que casi hacen olvidar que en algún momento, cuando aún no se expresaban con tanta rotundidad, el sitio donde se ubican era una pista, a veces de vida efímera. ¿Por qué? Porque tampoco se usa contratar empresas serias, de constructores reales, y cualquier vecino puede armar un simulacro para postular a una licitación, siempre y cuando cumpla rigurosamente con el requisito del peaje que, de acuerdo a las malas lenguas, se cobra por adelantado. Tampoco se usa poner avisos para indicar obras o lugares peligrosos. Ahora, con el alcantarillado, esto no requiere explicación adicional. Los muertos son trágicos testamentos de este desacuerdo. El GOREL, entre sus desusos, tiene la falta de control de calidad de la obra y de exigencia a la empresa para que la realice de manera planificada y profesional.

¿Se puede construir así, con tamaños desacuerdos, una propuesta ciudadana capaz de un modelo de convivencia con el medio ambiente y entre los seres humanos? Si cada uno es una isla, un bastión de egolatría, sin duda no vamos a conseguir que las cosas cambien para bien y que convirtamos la región y la ciudad en un lugar para el bienestar de todos.

1 COMENTARIO

  1. Acá en Iquitos muchos regidores como el señor GUIMAS no usan el cerebro, o mejor dicho no llegan a articular el pensamiento (muy difuso) con el habla, y de su boca salen de manera desenfrenadas palabras sin sentido.

    De estos hay muchos, pero por flojera. Siempre la idea del NO SE USA se manifiesta espontáneamente tambien en algunos venidos a menos periodistas. Ni hablar de los locutores pintorescos, que al agarrar el micro sufren una metamorfosis…de pronto unas veces hacen de superman desubicado, o de llanero solitario interesado. Al final el proposito es ganar notoriedad no import6a si es aunque sea «cantinflescamente»

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