Por Filiberto Cueva

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Acabo de leer un artículo del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (Cerlalc) en el que señala que Perú es uno de los países que menos lee. La información que ofrece este artículo, no me sorprende, nada nuevo se dice ahí. Es sabido por todos que leer no es uno de nuestros fuertes y lo que es peor, eso no nos preocupa, nos da igual.

Pero cuando todo parece estar perdido, la Evaluación Censal de Estudiantes hecha por el Ministerio de Educación nos dice que un 43.5% de escolares entienden lo que leen, registrándose un avance de 10% en comparación a cifras anteriores.

Pero no es suficiente. Hay que seguir leyendo … y a leer, se aprende leyendo, situación que ha sabido comprender Andrea Sousa, una adolescente de 14 años, que ni bien termina de leer un libro, empieza con el siguiente. Ella está convencida de que en la lectura radica la magia, por eso, prefiere leer antes que ver televisión, de hecho dice, que se siente orgullosa de eso.

Hace unos meses he dado like a  la página de Andrea y a través de ella, me entero que visita escuelas para invitar a los escolares a leer y persuadirlos de que la magia sí existe y es posible encontrarla en los libros.

Pero eso no es todo, Andrea a la fecha ha publicado un libro y escrito 02 más,  listos para su publicación. El tercero fue escrito en inglés y tan luego encuentre el título que corresponde, pasará por imprenta y de inmediato a América del Norte.

Ella luce contenta. Me cuenta que se dedica 06 horas diarias a escribir a la par se da tiempo para compartir con sus amigas, abrazar fuertemente a su madre, y por supuesto no descuidar sus estudios.

Con la energía e inocencia que caracteriza a una chica de su edad, Andrea Sousa me cuenta que si pudiera ser invisible por un día seguiría a todas sus amigas, haría levitar cosas y valiéndose de una botella de ketchup escribiría sus nombres en la pared.

Andrea lee como pocos en nuestro país, nunca le dice stop a un libro y se ha tomado muy en serio la tarea de promover la lectura entre los adolescentes y jóvenes peruanos para que como ella, puedan tener acceso a mundos imaginarios, situaciones extraordinarias y conocer el mundo a través de las letras impresas en hojas de papel.

Cuando pienso en Andrea, me viene a la mente la imagen de Malala, una joven pakistaní galardonada con el Premio Nobel por su constante apoyo y trabajo para que niños y niñas de todo el mundo tengan acceso a la educación y lectura, mismas que les permitirá descubrir el mundo y valerse por sí mismos ante las mentiras y hostilidad propias de este tiempo.