Por el juego limpio
Por Miguel Donayre Pinedo
La ceguera no tiene remedio. Más cuando no queremos ver lo que pasa. Hace unos días los adversarios electorales abrieron la caja de los truenos. Llovían insultos, replicas, retruécanos sin sentido ante la pasividad de los medios de comunicación [incluido este diario] que reproducían sin comentar lo sucedido y todo esto, de cara a la sociedad civil cada vez más harta de este espectáculo. La política que debería ser pedagogía cívica fue a parar en las cloacas. Como si todo esto fuera pan del día. A mí en particular me indigna tanta pasividad desde la ciudadanía. Deberían saber los candidatos y candidatas que hay frenos, más cuando no hay árbitros. Lamentablemente, no hay ninguna autoridad moral- y legal, que diga a los contrincantes, ya paren. Así no. Todos miran desde la tribuna el juego sucio donde se reparten gracejos machistas y de poca gracia, codazos y patadas por doquier. Sus malos actos quedan impunes. Ojala que nos rebeláramos y los castiguemos con el voto a estos malos jugadores.