Por Gerald Rodríguez N.
El libro Guerras del interior de Joseph Zárate aborda los complejos conflictos sociales y ambientales que surgen a raíz de la actividad extractivista en las comunidades de la Amazonía peruana como en otras partes del interior del país. A lo largo de tres reportajes detallados, el autor saca a la luz las «guerras» que estas comunidades libran para proteger sus recursos naturales.
La sección dedicada a la madera narra la ardua lucha de Edwin Chota, líder de la comunidad asháninka, contra la tala ilegal. Su denuncia constante de la deforestación y la complicidad de las mafias culminó en su asesinato en 2014. Zárate subraya que este hecho fue mucho más que un crimen común; representó la consecuencia directa de un problema sistémico de impunidad. En el apartado sobre el oro, se describe el pleito legal entre la campesina Máxima Acuña y la empresa minera Yanacocha, por la posesión de un terreno en Cajamarca. La disputa encapsula el choque entre los valores de subsistencia y el significado de la tierra para la comunidad frente a los intereses económicos de las grandes corporaciones. La célebre frase de Acuña, “Mi tierra me hace feliz, el dinero no”, se convierte en el lema de esta confrontación. El último reportaje explora la dramática situación de la comunidad awajún de Nazareth, afectada por un derrame de petróleo en 2016. Zárate pone de manifiesto una «perversa paradoja»: mientras la catástrofe ecológica amenaza su entorno, algunos miembros de la comunidad encuentran un medio de vida al trabajar en las labores de limpieza. Esta situación revela la falta de una división clara entre víctimas y beneficiarios, evidenciando la complejidad moral de estos conflictos.
Guerras del interior es un profundo testimonio de sus experiencias en diferentes partes del Perú, que trasciende la crónica periodística. El autor se centra en la vida cotidiana de los más vulnerados, como parte de los efectos duraderos del colonialismo y la explotación. En la historia de la extracción de recursos Zárate analiza la extracción de materias primas que fue fundamental para la acumulación de riqueza en otras partes del mundo, a costa del sufrimiento del pueblo peruano. En la conexión entre recursos y conflictos, Guerras del interior también establece un vínculo directo entre la explotación de los recursos y los conflictos entre quienes la defienden y la rechazan. Zárate observa que los «señores de la guerra» obtienen financiamiento controlando territorios ricos en valor económico, como aquellos con «minas, fábricas, bosques por talar, puertos marítimos…». Esta idea resuena con la realidad descrita por Zárate, donde el valor de la tierra y sus recursos es un catalizador para la violencia.
Guerras del interior es un libro de crónicas y de conflictos que no son incidentes aislados, sino manifestaciones de un patrón global de lucha por el control de las materias primas. En la continuidad de la explotación, Guerras del interior se centra en el extractivismo moderno en el Perú, demostrando que los métodos de despojo y saqueo de recursos persisten. Los recursos como la madera, el oro y el petróleo en la obra de Zárate son los equivalentes actuales del marfil y el ébano como en la obra de Kapuściński. La violencia y el conflicto sirven como herramientas comunes para la apropiación de estos bienes.
La visibilidad de los conflictos en Guerras del interior, el autor resalta que estas «guerras» no se limitan a los enfrentamientos militares. Se manifiestan en batallas legales, asesinatos selectivos y la contaminación ambiental, afectando directamente a las comunidades más vulnerables. La resiliencia humana frente a la ambición en Guerras del interior, como en el testimonio de Máxima Acuña, refleja la resistencia de las personas que, a pesar del sufrimiento, defienden su tierra y su dignidad. Esta resistencia encuentra su máximo nivel en la lucha de Máxima Acuña, quien valora su tierra por encima de cualquier interés económico.