Escribe: Jaime A. Vásquez Valcárcel
¿Cómo está Iquitos? No importa que llegues después de un día -o el mismo día, si prefieren-, una semana, un mes o un año. La pregunta se repite. Y todos siempre respondemos fijándonos en los males que aquejan a la capital loretana. La pregunta es de ida y vuelta. Cuando llegas, tú preguntas. Cuando sales, a ti te preguntan.
Iquitos, como nunca antes, huele a café. Y del bueno. A los ya consolidados Bistro, Cajuesiño, La Mona, Café Express -que tuvo un desalojo, que no es materia de esta crónica pero bien haría lo que queda de periodismo en Iquitos abordarlo profesionalmente- y algún otro que se escapa, se han unido mas de media docena de lugares donde se puede tomar café como en cualquier parte del mundo.
Atrás ha quedado ese mito perverso que por ser una ciudad calurosa, Iquitos no podía ser un lugar competitivo para el café. Atrás ha quedado ese mito torpe que los iquiteños no sabemos tomar café en lugares con aire acondicionado y, aún existen aquellos, hemos dado la contra en la realidad a quienes creen que viendo lugares bien modernos nos resistimos a ingresar.
La mayoría de los nuevos lugares donde se saborea café se han ubicado en esquinas estratégicas. Ahí está la de Faning con Morona. Huallaga con Ricardo Palma. Aunque no está en una esquina, ahí está ese hermoso lugar de la segunda cuadra de Pevas, que sin mucha bulla se ha instalado para un público juvenil, pero que los ya mayores de cincuenta podemos frecuentar sin descompaginar.
Por un azar del destino hemos caído hace algunos días en la esquina de Huallaga con Brasil, donde se puede saborear uno de los mejores de la ciudad. Mi selección de café es el del Bistro en primer lugar, luego El cauchero, después La mona. Ahora debo colocar entre los tres primeros lugares a este huequito esquinero porque tiene un ambiente maravilloso totalmente aclimatizado. Y, lo que siempre es fundamental en cualquier café del mundo, se nota que lo han hecho con dedicación sin descuidar la calidad del producto y con servicios complementarios que fue notado inmediatamente por Percy Vilchez, compañero de esa noche en que entre sorbo y sorbo coincidimos que el café de esta esquina es uno de los mejores de Iquitos.
Con una exageración justificable se puede decir que Iquitos huele a café. Del bueno. Se han multiplicado los lugares, se ha iniciado una sana y saludable -quien dice que en Iquitos no se puede competir con fair play- competencia dónde el que sale ganando es el consumidor.
No voy a dejar de apreciar el malecón de Iquitos saboreando un café del Bistro. Aprecio el Itaya desde la altura de El cauchero mientras disfruto de un Capuccini. Y celebro que haya lugares como el de la esquina de Huallaga con Brasil, donde el café es una majestad.
Así que a quienes me pregunten cómo está Iquitos, les sabré responder con pana y elegancia que es la ciudad donde se saborea uno de los mejores café del mundo. No todo puede ser basura, pué.