A veces me es imposible creer la supuesta lucha que “las feministas” hacen, aduciendo que la mujer tiene que empoderarse y que esto y aquello, basado todo en la mujer, obviamente.
Hace poco salió el tema del atropello que se viene realizando contra una de las mujeres peruanas, líder de un partido político, y más representativas en la política nacional, nada menos que Keiko Fujimori, por parte del INPE al tratarla como una criminal, a sabiendas que aún sigue en calidad de investigada, vulnerando de este modo el derecho que toda persona tiene, la presunción de inocencia, derecho que es reconocido internacionalmente y nacionalmente.
Además, desde hace tiempo he venido observando el atropello que algunas personas, las redes, los medios de comunicación y hasta en algunas instituciones del Estado viene realizando contra la señora Fujimori, que su único delito fue llevar un apellido conocido, ser líder de un partido político que pretende perdurar en la historia del Perú y ser mujer política.
Ante ello, se ha venido observando el “gran activismo” por parte de estos colectivos feministas, callando lo ocurrido y azuzando a que se siga atropellando y calumniando a esta mujer, solo por ser de apellido Fujimori. En cierto modo, dejando a uno con esa intriga en querer saber ¿para quienes trabajan “los colectivos feministas”?
Los constantes ataques que permiten, y que con su silencio hacen más que apoyar, está más claro que la yema de huevo. Para ellas la lógica funciona en que si no eres parte de la cúpula del fujimorismo, te apoyamos; pero si lo eres, te abstienes a las consecuencias. Algo hilarante y que va en contra de la labor que realizan ¿no?, que es “Apoyar a la mujer y empoderarlas en su día a día”.
Cuestiones que ya sobrepasan la lógica a pesar que se vive en una sociedad inclusiva y tolerante, y más aún en una sociedad como la peruana que vive bajo el Estado de Derecho.